A quien que tenga a alguien poco conocido y sin relación estrecha, calificado de insoportable, le será fácil decirle “que se vaya a freír churros” o “mandarlo a la quinta de San Quintín” o a “pasear solo”, y todo se terminó.Todos tenemos conocidos, familiares, compañeros y seudo-amigos con los que debemos tratar de conservar la armonía y soportarlos. Hay parientes cercanos “difíciles” como suegros/as, nueras, yernos, también compañeros y otras personas que no son como uno lo esperaba y nos disgustan, pero para no “empeorar las cosas” ni romper una relación que arrastraría lejos de nosotros a otros seres queridos, nos obligamos a quererlos.Una nuera o un yerno insoportable con el que cortemos la relación, arrastra inexorablemente a un hijo o hija lejos nuestro, por lo que solemos callar.Pero ¿hasta cuándo debemos hacer silencio y juntar presión? ¿Cómo debemos manejar estas situaciones? Unos esperan como una olla de presión mal ajustada, hasta que de pronto sueltan su enojo virulento a diestra y siniestra, quemando todo a su alrededor, borrando y hundiendo cualquier relación.Para otros es aparentemente más fácil pues sacan un turno en el psicólogo, pagando por un tiempo para descargarse, aunque a veces deberían tener un psicólogo en casa, para aconsejarlos permanentemente.Este invento del psicólogo para consultar nuestros males emocionales es para pocos y se practica desde hace aproximadamente 60 años; durante toda la historia humana previa, la función de consejeros y descarga psicológica la cumplía el “Círculo Social Cercano de confianza”.Cada ser va edificando este círculo de confianza consejero con amigos, familiares, conocidos, maestros, docentes, religiosos como pastores, curas, imanes, etc., que apoyan con su opinión sobre diversos temas.Personalmente no creo en la ayuda que puede dar una persona desconocida como un psicólogo, difícilmente un recién recibido lleno de teorías nuevitas y poca experiencia, pueda ayudar a alguien en su sufrir emocional.Otros para aguantar a insoportables “le pedirían a Dios que les dé paciencia, porque si les da fuerza le pegan”, y es en la “paciencia” donde está el secreto, pues usan el tiempo a su favor, son metódicos, persistentes y perseverantes en sus creencias, logrando así que su fruto sea dulce. “Se cuenta que en tiempos de las grandes haciendas ganaderas, cuando había un caballo salvaje y muy arisco se lo ataba a un pequeño burro, soltándolos juntos en una zona desértica. “Inicialmente el caballo salvaje, corcoveando furiosamente, tironeaba y sacudía al pequeño burro, arrastrándolo como una bolsa de patatas, sin embargo, ambos regresaban algunos días después. “Primero aparecía el pequeño burro trotando de regreso hacia la hacienda, con el sumiso corcel a rastras, en algún lugar del desierto el caballo había quedado exhausto al tratar de liberarse del burro, momento en el que el burro se había convertido en el amo. “El lento, paciente e insignificante animal se tornaba en el líder del otro más rápido, más veleidoso y más apreciado”.La paciencia es una aptitud y actitud que se pone a prueba en los momentos más difíciles de la vida, como cuando se acumula tensión en el tiempo para aguantar a un insoportable. Debemos primero tomar la decisión de ser pacientes, entender que vale el esfuerzo tolerar a alguien, evitando responder torpemente e irritado con argumentos acumulados, sin perder de vista nuestra posición.Solo podemos tolerar lo tolerable, NO se debe tolerar lo que degrada nuestra persona y deteriora nuestra “escala de valores” que debe ser mantenida y respetada.Para todo hay un límite y no boicotear nuestros valores debe ser el límite, no debemos sacrificar el respeto, la verdad y la honestidad en nuestra vida, esto significa que dos personas pueden pensar distinto y no convertir sus ideales en los del otro, pero siempre respetándose. Por ejemplo, uno puede creer en Dios y el otro no, pero la burla no debería existir en el intercambio.Si sembramos una semilla de “bambú japonés” aunque se abone y riegue, durante los primeros siete años no ocurre nada visible, ni siquiera sale un mínimo brote, pero durante el séptimo año en seis semanas crece más de treinta metros, a veces elevándose más de un metro por día.Durante los primeros siete años de aparente inactividad, el bambú genera un complejo sistema de raíces, que le permitirán crecer en pocas semanas. Para el pueblo japonés tener el espíritu del bambú es adaptarse a las circunstancias, doblándose con el viento, agacharse con el peso de la nieve y esperar a que se derrita para levantarse de nuevo, o sea que debemos ser tan flexibles como lo requieran los acontecimientos.Ser impacientes nos debilita, recordemos que “se obtiene el pollo incubando el huevo y no rompiéndolo para que se abra”, ante un ser insoportable toda diferencia debe ser planteada directamente, en buen tono pero sin rodeos y esperar su respuesta, puede parecer que no hay respuesta pero es muy posible que se esté incubando una, como las raíces del bambú japonés.“El rencoroso vive en el pasado y el ansioso vive en el futuro”, no debemos pretender soluciones rápidas, paciencia e impaciencia van de la mano, la falta de una trae la otra.“Un hombre rico tenía un criado de rostro amargado y carácter imposible, cuando recibía una orden se enojaba, se sentaba de forma grosera a la mesa, servía mal, empujaba a los invitados y dejaba a su patrón sediento.“Todas las reprimendas lo dejaban indiferente y no hacía más que agravar el desorden y la negligencia en su servicio, no se podía contar con él para nada.“Unos amigos del patrón le aconsejaron que se deshiciese de aquel fastidioso criado, pero el patrón protestó sonriendo, -¿Por qué? Le estoy muy agradecido a mi criado porque me ha hecho mejor, me ha enseñado la paciencia, y cada día que pasa me la sigue enseñando, este don me permite soportar las otras dificultades de la vida”.Con paciencia podemos sufrir molestias, soportar contratiempos y dificultades, aunque también nos dará tranquilidad, sosiego para esperar y conseguir algo que pretendemos.Colaboración:Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]
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