Semánticamente, incluir e integrar tienen significados muy parecidos, lo que hace que muchas personas utilicen estos términos indistintamente. Sin embargo, en los movimientos sociales representan filosofías totalmente diferentes, aun cuando tengan objetivos aparentemente iguales, como la inserción de las personas con discapacidad en la sociedad.Para llevar a la práctica en la escuela un modelo que potencie la educación inclusiva es necesario que el personal educativo (Ferrer y Martínez, 2005), tenga visión y actitud positivas acerca de la inclusión (Cardona, Cook, Semmel y Gerber, 1999). Si no se da el caso, desarrollar dicho modelo será bastante complicado. Por tanto, una de las premisas fundamentales que se debe cumplir es que se dé una implicación activa del profesorado y la comunidad educativa en general.Si como profesores nos planteamos que la atención de determinados alumnos puede entorpecer o ralentizar el avance del resto, trabajaremos desde una lógica excluyente. Desde un modelo inclusivo, hemos de preguntarnos cómo atender a todo el alumnado, no cómo atender a unos u otros. En este sentido se apoya la premisa de Michael Fullan y Andy Hargreaves, estableciendo que merece la pena luchar para que las escuelas sean lugares cada vez mejores.Cuando no se tienen en cuenta las diferentes necesidades y ofrecemos a todos lo mismo, ignoramos la diversidad generando más desigualdad. Esto nos lleva necesariamente a buscar las herramientas que den la oportunidad de participar a todos, de desarrollar capacidades comunes, porque si no estaremos favoreciendo a unos sobre otros.Las siguientes condiciones mejorarán la práctica en el aula para poder trabajar con todos:• Trabajo colaborativo entre profesores.• Estrategias.• Atención a la diversidad desde el currículum único y flexible.• Organización interna.• Colaboración escuela-familia.Todo esto requiere una serie de compromisos que impliquen, tanto a la administración educativa, en sus criterios de gestión educativa, como de los docentes y otros agentes de la comunidad.El docente precisa pautas de seguimiento que les aporten orientaciones a la hora de llevar a cabo su trabajo, como por ejemplo:• Aprender a manejar los tiempos y los espacios. Contemplar el aula como espacio total a disposición del aprendizaje comunitario. Aprender a flexibilizar el tiempo, ya que esto facilita la individualización de la enseñanza.• Formación en selección de recursos. Resulta útil poder disponer de un banco de recursos siempre, sin pasar por alto la consideración de la adecuación al contexto.• Capacitación para crear nuevos canales de comunicación que sobrepasen las fronteras de la escuela. Si la escuela es una escuela para todos, abierta al entorno, los profesionales deben saber y poder contactar con profesionales de otras instituciones (en foros, seminarios, jornadas, reuniones) para preguntar, comentar, intercambiar y así mejorar la acción.• Aprender a trabajar cooperativamente. El trabajo será mucho más interesante si es conjunto.• Fomentar un modelo de enseñanza que desarrolle en el futuro docente el trabajo autónomo y la responsabilidad reflexiva. Conectando los aprendizajes teóricos y prácticos a través de la reflexión, tomando conciencia de las teorías que aplica y confrontando lo que podría hacer con su posición ideológica, para que luego no existan contradicciones.Resumiendo, serán los docentes quienes, en el transcurrir de su tarea, detectarán sus propias necesidades de formación, de ahí que la formación más importante será la que los capacite para buscar los recursos necesarios.En definitiva, en el mundo actual, los cambios se suceden cada vez con mayor rapidez. La transformación de las relaciones sociales dentro del marco de la globalización y la multiculturalidad hace que la única constante en cualquier situación educativa sea la diversidad. Ante este panorama, es difícil seguir trabajando de acuerdo con la tradición educativa. La escuela inclusiva se presenta como una respuesta que no solo reconoce, sino que valora, la heterogeneidad del alumnado.Resulta fundamental cuidar al máximo la formación del profesorado. Son los profesores quienes lograrán los cambios, por lo que no podemos pensar en una propuesta de mejora en la escuela que no vaya acompañada de una mejora en la formación.Pero el caso es que el profesorado nunca se encontrará totalmente preparado para cualquier situación. Ante esta perspectiva, la mejor formación surge a partir de la conciencia de formación diaria y para toda la vida, que prepare el docente para asumir la responsabilidad que conlleva la toma de decisiones educativas.En la escuela del siglo XXI al profesorado le corresponde alentar al alumnado, dotarlo de puntos de referencia para comprender el mundo y reforzar al mismo tiempo su sentido de pertenencia. De la reflexión y revisión de su práctica educativa surgirán tanto los cambios metodológicos como culturales, imprescindibles para construir ese ámbito de inclusión. De esta forman, algún día dejaremos de hablar de educación para la igualdad de género y entonces, simplemente hablaremos de EDUCACIÓN.Colaboración: Myrian Mabel BáezLic. en Psicopedagogí[email protected]
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