Dominar el ser interior

Una tarea importante para proponernos todos es que luego de conocer los “mares de emociones” que se agitan dentro nuestro, debemos ser capaces de “dominar” esas tormentas emocionales, para no ser esclavos de los desvíos pasionales que ellas pueden originar, por ej. una ira descontrolada puede terminar en lesiones o muerte del agredido o nuestra. Así como nos interesa de sobremanera el “dominio y control” de todo lo que nos rodea, deberíamos por nuestro bien, controlar nuestro ser interior de pensamientos con sus emociones y acciones acompañantes.Deberíamos detectar el desvío de todo exceso emocional buscando el equilibrio, esto no quiere decir que debemos suprimir las emociones, pues cada sentimiento tiene su valor y significado en nuestra vida.Si buscamos suprimir nuestras emociones, nuestra vida sería como un mar de pasividad y neutralidad, aislados de nuestra riqueza emocional, debemos buscar que cada emoción se manifieste en el momento y la intensidad adecuada, en proporción a las circunstancias, por ejemplo podemos tener emociones apagadas como en la depresión que nos inmovilizan, o por lo contrario pueden estar exageradas y extremas como al enfurecernos, en ambos casos saldremos dañados nosotros y los de nuestro alrededor.Es aquí donde se hace cada vez más importante el dicho de Aristóteles de que: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.Debemos evitar los extremos para nuestro bienestar, que no destruyan nuestra estabilidad y equilibrio interno, aunque esto no quiere decir que debemos tener una emoción pareja por siempre, como por ej. mostrar la cara sonriente permanentemente para aparentar felicidad “NO” es la clave.Existen momentos de decaimiento, de alegría, de enojo, de tristeza, de asombro, que dan “sabor” a la vida, pero no deben ser tan exagerados ni tan persistentes en el tiempo que nos socavan y trastornan interiormente. Todas las emociones deben guardar un equilibrio y proporción adecuada, según el hecho al cual se refieren, donde lo importante es el balance.No debemos evitar las emociones desagradables y aparentar estar contentos como “pavotes” todo el día, sino que debemos ser inteligentes para administrarlas y evitar que se descontrolen, para lograr el bienestar es importante saber manejar el equilibrio entre emociones positivas y negativas.Así como permanentemente tenemos un “murmullo de pensamientos” constante que se encuentran en el fondo de nuestra mente, así también poseemos un “murmullo emocional” constante que determinará nuestro “Humor básico”, este es el estado emocional que portamos habitualmente, por ej. hay gente que  siempre muestran un estado humoral serio, introspectivo, que a veces es “atacado” por una sonrisa, mostrando un intenso interés por dominar las emociones positivas; para otros es al revés.Nuestro  comportamiento diario se basa en los estados básicos de humor, y muestran el esfuerzo que hacemos para dominar estos estados de ánimo, siendo la clave para lograr bienestar.Aprender a serenarse cuando estamos enojados, a alegrarnos cuando estamos tristes, a pensar en positivo cuando estamos deprimidos, a despreocuparnos cuando estamos preocupados; es buscar el equilibrio compensatorio clave.La gran meta es el control de las emociones descontroladas, las moderadas y leves pasan con el tiempo y la reflexión, pero las emociones descontroladas o exabruptos son muy dañinas cuando son intensas o duran demasiado, como el mal humor crónico, la ira excesiva, la depresión y la ansiedad crónica. Incluso pueden necesitar  medicación y/o psicoterapia.Un primer e importante paso es reconocer “cuando” este tipo de emoción descontrolada aparece, un segundo paso es “no creerse” de que uno es demasiado fuerte, inteligente y seguro para necesitar ayuda.A lo largo de nuestra vida entablamos varias batallas, una de ellas es contra el “téngalo todo ya mismo”, donde se manifiesta una lucha entre el “impulso de tener algo inmediatamente versus la restricción”, o lo que es lo mismo el “deseo versus el autocontrol” o la “gratificación inmediata versus la postergación”.Tenemos innumerables impulsos desde niños que investigadores los midieron a partir de los cuatro años de edad, pero poder controlarlos y resistirlos hasta una mejor oportunidad es una tarea ardua, que muchas veces nos lleva toda la vida; este “autocontrol” es a la vez emocional e intelectual.Poseemos una herramienta psicológica importante que es “nos gusta tener todo ya”, solemos convencernos de que lo que queremos lo merecemos, creemos que lo tenemos ganado por derecho, siendo aprovechada muy bien por ciertas empresas y sus propagandas.¡PERO! no siempre la satisfacción  inmediata de un impulso es lo mejor y lo adecuado para nosotros.“Se realizó un experimento con niños de cuatro años mostrándoles un bombón, dándole la libertad para comerlo ahora, pero si esperaban diez minutos hasta que vuelva el investigador, podrían conseguir otro bombón. Se observó que aquellos niños que controlaron el impulso inicial resistiendo la tentación de comer el bombón y esperaron los diez minutos para recibir como premio el segundo bombón; al llegar a adolescentes eran más competentes en el plano social, más eficaces y seguros de sí mismo, más capaces de enfrentarse a las frustraciones de la vida, se derrumbaban y paralizaban menos ante los problemas, se ponían menos nerviosos, aceptaban desafíos y trataban de resolverlos.Se concluyó que la capacidad de retrasar el “impulso inicial” es la base de una serie de esfuerzos, que de grande se traduce en una mayor capacidad para hacer una dieta, obtener un título, llegar a una meta y tener una mejor interpretación de lo que sucede en un grupo.Evaluaciones posteriores de los “chicos del bombón” que se controlaron para comerlo, vieron que en la secundaria eran alumnos superiores, más competentes con mejores notas, se expresaban mejor con palabras, se concentraban mejor, hacían planes y los ponían en práctica mejor; que los que actuaron caprichosamente y se comieron el bombón rápidamente.La capacidad de postergar un impulso en una situación determinada es esencial y resulta beneficiosa, pues se aparta la tentación que se tiene a mano, lográndose perseverancia con respecto a un objetivo.  Colaboración:Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]

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