Nuestra personalidad es el entretejido de una “malla compleja” de tramas con puntos y espacios, producto de las experiencias con los aciertos, defectos, potencialidades, fracasos, victorias, frustraciones y alegrías; siendo empujada permanentemente hacia adelante y produciendo nuestro comportamiento.Un puntito fuera de lugar en esta “malla personal”, como agresividad o un comportamiento depresivo causa un defecto variable, aunque siempre existe la posibilidad de repararlo.Hoy en día siguiendo la moda de hacernos creer que somos “seres superpoderosos”, estamos convencidos de que “uno mismo” es capaz de curarse a sí mismo, pero ¡qué difícil es esto!Raramente podremos encontrar solos el verdadero problema que nos aqueja, pues para ello necesitamos ponernos a una distancia prudente del mismo, para verlo desde otro punto de vista, solos lograremos meternos en un nuevo “círculo vicioso”.¿Quiénes nos ayudarán realmente a lograr una reparación de nuestros problemas?, sin duda los “otros”, aquellos que nos rodean, los que quieren lo mejor para nosotros. Familia, amigos, maestros, docentes o profesores, líderes, compañeros, jefes o subordinados, asesores espirituales, profesionales de confianza, conocidos o desconocidos, asociaciones de autoayuda, y por último…. mucho más allá y a lo lejos los psicólogos y psiquiatras.Lo que pasa es que en nuestra vida moderna el papel del psicólogo o psiquiatra se ha “recontra agrandado”, por la falta de las relaciones amistosas, por la propaganda y los extraordinarios descubrimientos de S. Freud.Estamos equivocados si creemos que un título de un profesional aséptico, entrenado en conocer y recitar múltiples técnicas psicológicas, algunos de los cuáles son bastante rápidos para “empastillarnos” convenientemente para que no “jodamos”; nos va a ayudar. Raramente van a encontrar la solución a los múltiples caminos que puede tomar una variación emocional, intelectual o espiritual.Los psiquiatras y psicólogos aparecieron hace aproximadamente ochenta años. ¿Previo a esto la humanidad estuvo “a la deriva”? -¡NO!-, la pasó curándose de sus males con los acompañantes nombrados previamente, que nos proveían sin gasto y ad honorem relacionas reparadoras, acomodándonos los “patitos que teníamos descarriados”, aunque sea momentáneamente.Algunos pensarán que la humanidad “NO” estaba en esa época muy cuerda que digamos, pero luego de que aparecieron los profesionales de la “psiquis” ¿Empeoró o siguió igual? Los humanos en general “nunca” fuimos tan cuerdos a lo largo de la historia.En mi única y última experiencia con un psicólogo, éste se la pasó bostezando y con una cara de dormido que mataba, pero ¡Sí se despertó para cobrar su sesión!Es por todo esto que un “acompañante terapéutico” es un amigo pasajero que encontramos a nuestro paso en algún momento de nuestra vida, con el que establecemos momentos de entendimiento desinteresado o “sintonía” intelectual, emocional y/o espiritual. Un acompañante terapéutico es alguien que te escucha y opina en el momento adecuado, que dice “no sé” cuando no sabe, que muestra sinceridad en lo que expresa, que nos da seguridad y que sabe guardar un secreto.Quizás lo que se requiera de un “acompañante terapéutico espontáneo” es que sea lúcido, medianamente inteligente y despierto, que muestre interés en ayudarnos y que sea honesto con nosotros.Con ellos podremos lograr aclarar distintas situaciones o tramas existenciales, morales, emocionales o espirituales, que nos preocupaban o confundían, lograremos ver nuestra posición, una luz, o un nuevo camino por el cual ir.Esta ayuda con gente presente, se puede lograr también con “personas ausentes” de otro momento histórico y geográfico, que por nuestra cultura nos llegan sus ideas y experiencias, ejerciendo una gran influencia curativa en nosotros, como Jesucristo. Las personas que pueden ayudarnos con una relación reparadora, lo harán algunas veces sin saberlo, remodelando algún desequilibrio de un momento determinado, pudiendo ser más o menos permanente, siendo correcciones emocionales que nos posibilitarán encontrar la senda perdida, aunque sea temporariamente.El proceso de la relación reparadora con un amigo o un consejero, es como pararse frente a un espejo que nos ayuda a comprender nuestra “imagen interior”, estableciéndose una “sintonía o reflejo”, como la que tiene la madre con su pequeño hijo, donde entendemos aunque sea momentáneamente qué es lo que nos está pasando. ¿Hasta qué punto es importante esta “sintonía” inicial con la madre y/o familia?, se ha investigado que los delincuentes que han cometido los crímenes más crueles y violentos, tienen en común una vida infantil durante sus primeros años de vida con poca sintonía emocional familiar, debido a que vivieron en orfanatos y casas adoptivas, que les proveyeron apatía, abuso emocional intenso, humillaciones, amenazas crueles y mezquindades.Es por esto que esos niños que soportaron “abusos psicológicos”, de adultos podrán poseer diversos trastornos de la personalidad. Es así que a aquella persona que elige la soledad y la autocuración como método, le va a ser imposible curarse.En diciembre del 2015 el periodista M. Gavira realizó una entrevista al niño Lucas Cesio de doce años que logró terminar la escuela primaria, este niño durante seis años no tuvo casa, vivió en la calle dentro de un auto, bañándose en una estación de servicio y pedía comida en los locales de la zona.Una de las conclusiones a que llegó el periodista fue que “mientras el niño hablaba, yo pensaba que esa charla valía más que una sesión de psicólogo, a veces una revelación puede venir por el lugar menos pensado y la sabiduría está encarnada donde no lo imaginamos”.La charla con el niño, que duró 90 minutos, le hizo olvidar a este periodista las cosas sin sentido de su vida, y en la sonrisa del pequeño pudo aprender a encarar la vida, viendo el lado bueno y más positivo, entendió que dos simples palabras como “por favor y gracias” le abrirían todas las puertas, que siempre debemos “valorar lo poco o mucho que tenemos” y que el “amor” es el combustible infaltable para poder ser feliz.Una relación reparadora se puede encontrar en cualquier parte, solo debemos estar predispuestos y atentos para buscarla, no se necesita que tenga el cartelito de “sabio con conocimientos, avalado por un título”.Colaboración:Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]
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