Enfoquemos el estudio de la cannabis sativa desde una sistemática científica. La medicina, la farmacología y las ciencias de la salud en general presentan, en la construcción del conocimiento, dos vías de pensamientos formales dentro del método científico, sin por eso dejar de tener la faz de “arte de curar”. El razonamiento inductivo, el primero de ellos, consiste en considerar varias experiencias individuales para extraer de ellas un principio más amplio y general, enfocándolo al tema que abordamos de la cannabis sativa. Durante los últimos años se ha avivado la polémica en torno al uso terapéutico del cannabis. Por un lado, se ha constatado una creciente automedicación para diversas indicaciones por parte de muchos pacientes en todo el mundo. Paralelamente, se ha argumentado que faltan evidencias sólidas que avalen su uso en terapéutica. El potencial terapéutico del cannabis ha sido revisado ampliamente en numerosas publicaciones científicas, y por organismos como el Comité Científico de la Cámara de los Lores Británica o el Institute of Medicine norteamericano. En la primera nota, enumeramos las indicaciones principales, en esta segunda entrega, podemos citar indicaciones con mayor evidencia, determinada por resultados de ensayos clínicos de pequeño tamaño, estudios preliminares o estudios piloto: hemos encontrado efectos beneficiosos en el tratamiento del control de la espasticidad muscular y otros síntomas de la esclerosis múltiple; en el dolor crónico: en especial dolor neuropático, dolor oncológico, espasticidad secundaria a lesión medular, distonías y otros trastornos del movimiento como la corea de Hungtinton, síndrome de gilles de la tourette, discinesias secundarias al tratamiento con fármacos dopaminérgicos en la enfermedad de parkinson y el glaucoma.Una pregunta que surge es referida a la potencia y dosificación de la cannabis donde se sabe que asumiendo que un cigarro de marihuana pesa 0,8 g, el contenido de tetrahidrocannabinol (THC) estaría comprendido entre los 8 y 120 mg. Durante la combustión se producen más de 200 compuestos adicionales por pirolisis, mientras un 30% del THC se destruye. La biodisponibilidad del THC por esta vía se encuentra entre el 10 y el 35%, ya que alrededor de un 50% del THC se pierde en el aire o en el espacio muerto respiratorio. Cuando la administración es por vía oral, la absorción es lenta y errática. El inicio de los efectos se da entre media hora y dos horas postadministración. Hay una elevada variabilidad interindividual en el porcentaje de THC que es liberado al torrente circulatorio. Factores como el contenido gástrico influyen en la cantidad de THC absorbido. La biodisponibilidad oral es menor que por la vía fumada debido al importante fenómeno de primer paso hepático, con lo cual se atenúan los efectos adversos o displacenteros de la forma inhalada y probablemente evite la presencia de productos tóxicos generados por combustión. Gran parte del THC se degrada inicialmente en el hígado antes de llegar a la circulación general. El THC es una molécula muy lipofílica que, por tanto, atraviesa con facilidad la barrera hematoencefálica (BHE). Las concentraciones plasmáticas de THC disminuyen en poco tiempo, al ser éste rápidamente distribuido hacia los tejidos más vascularizados como los riñones, hígado, pulmones, corazón, glándulas salivares, bazo, gónadas, músculo, hipófisis o glándula tiroides. La Farmacología y la Fisiología se sirven de una segunda herramienta científica : el pensamiento deductivo que parte de la razón inherente a cada fenómeno, para establecer conclusiones lógicas, pero en el caso de la cannabis sativa presenta comportamientos totalmente inusuales a nivel neuronal. Se conoce desde las descripciones clásicas de la histología y neurología, la actividad de mediadores químicos en las estructuras de uniones neuronales denominadas sinapsis, en donde la trasmisión nerviosa ocurre clásicamente en un solo sentido (de neurona presináptica a neurona postsináptica). Los endocannabinoides (anandamida y ácido glicerol araquidónico) contrariamente se liberarían desde la neurona postsináptica para ejercer sus acciones en la presináptica (señalización retrógrada). Algunos de los efectos de los cannabinoides es posible que estén mediados por otros subtipos de receptores cannabinoides no identificados. Existen evidencias neuroanatómicas y electrofisiológicas que sugieren que el receptor CB-1 se encuentra a nivel presináptico, por lo que ejercería funciones moduladoras de la liberación de otros neurotransmisores y de la actividad neuronal. El efecto modulador estaría mediado por el acoplamiento de los cannabinoides a sus receptores inhibiendo los canales presinápticos de calcio y/o activando los canales presinápticos de potasio. Los efectos desencadenados serían, dependiendo del neurotransmisor, tanto de tipo inhibitorio como estimulante, sobre la liberación de L-glutamato, GABA, noradrenalina (NA), dopamina (DA), serotonina (5-HT) y acetilcolina (Ach). La naturaleza de las funciones múltiples, en las numerosas redes neuronales, que constituyen el centro de diferentes funciones neurológicas, por tanto hacen desde un punto de vista deductivo, casi imposible la sistematización de sus efectos específicos y justificarían la observación de la gran variabilidad interindividual en sus efectos. En próximas notas nos abocaremos a los efectos psiquiátricos, psicosociales y neurocognitivos de la cannabis sativa y al uso de la marihuana tanto medicinal como de uso ilegal.Para leer la I PARTE <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/249153/cannabis-medicinal-claroscuros-de-certezas-e-investigacion.html">http://www.primeraedicion.com.ar/nota/249153/cannabis-medicinal-claroscuros-de-certezas-e-investigacion.html</a>Colaboración: Juan Carlos Luján Falkowski Docente de Farmacología de la Ucami. Médico y Farmacéutico. Magister en Gerencia y Administración en Servicios de Salud.
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