Dicen que las mentes pequeñas discuten a las personas, las mentes promedio discuten los eventos y las grandes mentes discuten las ideas.Es llamativo que en los últimos tiempos todo lo que se dice y se hace es “relativo”, esto significa que es según el color del anteojo de la persona que lo ve, pareciera que los valores permanentes e inmutables se han extinguido, solo vale lo subjetivo.Y lo “subjetivo” es lo que pienso “YO”, que puede o no ser igual a lo que “piensas tú” o lo que “piensan los otros”, entonces ¿en que quedaron esos principios o valores considerados inalterables con que fuimos educados?, como el amor, la justicia, el perdón, la verdad, el ahorro, el trabajo, la responsabilidad, etc.¿Será que ya no existen más valores inconmovibles o deberemos adaptarnos al “gusto de cada consumidor”, a su momento histórico y ubicación en el planeta?, pareciera que es así, por ejemplo una violación en casi todo el planeta es un ultraje grave, pero parece que en la India es un método permitido y poco castigado por gran parte de la sociedad para saciar sus apetitos sexuales.El adulterio en algunos países es causal de divorcio y a veces está “bien visto”, pues es una muestra de machismo, pero en otros países a la mujer encontrada cometiendo adulterio la apedrean hasta matarla y con el varón la pena es más leve.Un valor importante como la “verdad” que se aprende inicialmente en la familia, luego en la escuela y posteriormente en la sociedad, a veces no es tan clara, la “verdad” anda siempre emparentada con su anti-valor la “mentira”, como una pareja inseparable, donde si alimentamos uno de ellos el otro se debilita.El hombre paseaba por las callecitas de la ciudad provinciana, deteniéndose algunos instantes en cada vidriera, en cada negocio, en cada plaza. En una esquina encontró de pronto un modesto local cuya marquesina estaba en blanco. Intrigado, se acercó, arrimó la cara al cristal para mirar dentro del escaparate, en el interior solo vio un atril con un cartel escrito a mano que decía: “Tienda de la verdad”.El hombre, sorprendido, quiso saber qué vendían. Entonces entró y acercándose a la señorita que estaba en el mostrador, preguntó: “–Perdón, ¿ésta es la tienda de la verdad?”.“–Sí, señor, ¿Qué tipo de verdad busca: verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa…?”.Pues, sí allí vendían verdad, nunca imaginó que esto fuera posible: llegar a un lugar y llevarse la verdad. Era maravilloso.“–Verdad completa” –contestó sin dudarlo- “Estoy tan cansado de mentiras y falsificaciones -pensó- no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones. –¡Verdad plena!” –ratificó. “–Perdón, ¿el señor sabe el precio?”.“–No, ¿cuál es? -contestó- pagaré lo que sea por toda la verdad”. “–Mire que si usted la lleva –dijo la vendedora– posiblemente durante un largo tiempo no pueda dormir tranquilo”. “Un frío corrió por la espalda del hombre, que pensó durante unos minutos. Nunca había imaginado un precio tan alto”. “–Gracias y disculpe”… -balbuceó finalmente, antes de salir triste del negocio mirando el piso, se dio cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, vio que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones donde refugiarse, algunas justificaciones para no enfrentarse consigo mismo. “Quizá más adelante… -pensó y se fue”. Autor: Anthony de Mello.La verdad hoy en día, para algunos es una expresión del “consenso popular”, es decir mientras más gente lo piense así, más verdad es, es un tipo de cultura que se ha impuesto llamado “verdad consensuada o democratizada”.Este tipo de verdad consensuada surgió como respuesta a múltiples “iluminados” que creyéndose dueños de la verdad han ultrajado y engañado a muchos, por lo que si todos piensan que es bueno y verdadero, ¡será así!De esta verdad de consenso hay varios ejemplos, como el de un hombre maduro con más de treinta años de casado que le dice a su esposa que decidió separarse, pues la vida cotidiana se le hace muy pesada y una rutina, por lo que le propone acordar con inteligencia vivir en cuartos separados, ya que muchos famosos lo hacen, a partir de este momento esta pareja encaró una vida de apariencias para el otro pero verdadera para ellos o de mentira maquillada con el rótulo de verdad.Otro ejemplo nos los da una señora la que sabe que su hija adolescente es “alcohólica de fin de semana”, viéndola siempre venir tumbándose cuando sale del boliche, siempre le reclamaba y era el inicio de grandes discusiones.Ahora, ya no le reclama más cuando llega borracha y así no discute más, pues una amiga le dijo que todas las madres hacen así y logran una “¿mejor relación con sus hijos?”.Esta familia ahora vive su particular verdad o mentira encubierta, sin discusiones pero con un problema “enterrado” a alta presión hasta que explote, el de su alcoholismo, y quién sabe qué consecuencias tendrá.Y así es como las situaciones de la vida se van modificando, cada una de ellas acompañadas con los cambios de su “verdad”, solo porque “otros lo hacen”, o sea por consenso o presión social, que se sostienen muchas veces para no tener problemas, discusiones o conflictos; pero la verdad se va socavando y da paso lentamente a la mentira.El consenso o presión del grupo social impone nuevas conductas que parecen ser naturales y verdaderas, pero que se contraponen ante la convicción personal profunda, el sentido común, las creencias y fe históricas arraigadas en la población, la cultura, la educación o el sentido común, por ejemplo somos educados con el “no matarás” pero si hay un guerra “ve y mata”.Por este uso en adeptos convencidos, lo verdadero deja de serlo y se transforma en una nueva mentira disfrazada de verdad, con poca coherencia, ya no se valora la regla simple de que debemos ser coherentes entre lo que se piensa y lo que se hace.Debemos vivir como pensamos y creemos, sino terminaremos por pensar de la forma en que estamos viviendo, enfrascándonos en una vida que es una mentira disfrazada.Colaboración:Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]
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