Este título nos hace la pregunta del millón, pues si la contestáramos podríamos develar los motivos de por qué el humano a lo largo de toda la historia, siempre se acercó a las adicciones. Un sabio expresó: “La gente se droga porque le duele el mundo”, y por la extensión internacional que ha tomado debe ser enfrentado por todos los países. Las millones de personas que esconden una adicción, lo hacen por temor, vergüenza, falta de información u orgullo, obligándolos a vivir una vida llena de secretos, donde vale lo del dicho “caras vemos pero corazones no sabemos”.Un adicto desarrolla una dependencia a substancias (cocaína) o a un comportamiento (comer, comprar), al principio la persona cree que puede controlar su adicción, pero ésta aumenta con el tiempo su severidad, hasta esclavizar y destruirla.Aunque el adicto trata de ocultar su adicción, hay varias señales que denotan un problema, ya que desarrolla una personalidad agresiva, nerviosa, violenta o deprimida, hay un dramático cambio en el peso, ya sea bajando o aumentando. El adicto comienza a mentir a menudo para ocultar su problema, se aísla o se asocia con personas que habitualmente no frecuenta, si era creyente se aleja de su fe culpando a otros por sus problemas.En los últimos años se consolidó la idea en la práctica médico-psiquiátrica de que la adicción es una “enfermedad primordialmente cerebral”, basada solo en un modelo biológico, es decir que el adicto es lo que es a partir de alteraciones cerebrales, pero hoy se cree que este concepto está equivocado.Hoy se considera a la adicción una alteración bio-psico-social, pues el abuso de sustancias no puede ser separado de sus contextos sociales, psicológicos, culturales, políticos, legales y ambientales.No es simplemente una consecuencia del mal funcionamiento cerebral, menoscabando la importancia de los sentimientos, las emociones, los pensamientos y las conductas.Esta nueva concepción de las adicciones producida por causas múltiples, repercute sobre la prevención, el tratamiento y la política sobre drogas.Existen múltiples factores e “intereses” que llevaron a entender la adicción solo como una enfermedad crónica del cerebro con recaídas, pues se financiaron investigaciones sobre la responsabilidad de los adictos, ya que si se demostraba que solo son enfermos cerebrales no serían responsables de sus actos y no tendrían responsabilidad en casos de delitos.Las “críticas” a la creencia de la adicción como enfermedad únicamente cerebral, es que no es una enfermedad crónica, pues muchos adictos se recuperan sin tratamiento de forma “natural”, como los soldados norteamericanos adictos a la heroína durante la guerra de Vietnam, que se curan al volver a la paz y resguardo de su casa; o los que consumen drogas durante la adolescencia que al madurar las abandonan.También las investigaciones en general no son concluyentes de si existe una predisposición genética, por lo que este argumento no tiene fuerza. Por esto, para evitar crear enfermedades y trastornos mentales donde no los hay, la nueva concepción produce cambios en el enfoque y tratamiento de los adictos, se debe concientizar que es una enfermedad global, que no solo se debe usar medicación sino tratamientos psicológicos evitando “medicalizar” (llenar de otras drogas) a los adictos.Debemos comprender a las adicciones como enfermedades sociales o culturales, que alteran el estado psicológico de las personas, y no solo reducirlas a un mero deterioro cerebral. Existen diversos mecanismos psicológicos por los que se drogan los jóvenes, empiezan por curiosidad y moda dentro de su círculo juvenil contagioso, que los empuja hacia ello y se dejan llevar, además el probar drogas les permite satisfacer su sed de aventuras, su necesidad de nuevas experiencias y su deseo de vivir intensamente.A menudo, el consumo de drogas es una evasión de las situaciones negativas de la sociedad que los adultos crearon y dejaron, como el consumismo, la razón centrada en el éxito y el dinero, la burocracia alejada de los valores humanos y de lo espiritual, con una moral considerada hipócrita, donde la felicidad es solo tener y acumular.Esta evasión es porque consideran al mundo una prisión y es también a la vez una protesta, pues no se conforman. Con la droga se busca una reacción al vacío espiritual de nuestro tiempo, es un sustituto que produce una experiencia pseudo-mística en un mundo que solo busca satisfacer el deseo consumista y materialista.La droga puede alejar el dolor y el sufrimiento, eliminar los sentimientos de fracaso y frustración rápidamente, el drogadicto renunció a luchar, queriendo solo tener sensaciones pasajeras de bienestar, es por eso que en pleno tratamiento vuelve a caer en la drogadicción si vive situaciones negativas o problemáticas.La drogadicción nos provee el camino más rápido pero el más frágil, pensamos que esta huida de los problemas es duradera, pero es solo embarcarse en un sueño que nos devora y esclaviza, donde perdemos nuestra libertad interna al volvernos dependientes.Al mismo tiempo la adicción aumenta artificialmente las vivencias de libertad e independencia, si uno se droga en forma estable cambia las motivaciones, y se trata solo de combatir el aburrimiento, faltando un proyecto de vida coherente y realista.Se ve a la droga como un dios mágico que resuelve los problemas momentáneamente, pero luego hay que pagar un costo llamado “dependencia y tolerancia”.La dependencia es que “estoy obligado” a repetir estos momentos de éxtasis aparentemente beneficiosos, solo con más droga, sino aparecen dolores y sufrimientos que se llama técnicamente “Síndrome de abstinencia”.El otro costo que debo pagar es la tolerancia, que significa que con cada nuevo uso de esa droga voy a necesitar más dosis de la misma, para lograr similar efecto.La persona que se droga va progresivamente subordinándose y esclavizándose a ella, porque se desea eliminar la vida diaria y la rutina sin variantes ni atracción.La drogadicción es la expresión del “Mito de Ambrosía”, que habla sobre aquella sustancia (bebida o comida) que al ingerirla los dioses se hacían inmortales, sin esfuerzo alguno.Si usted sospecha que un ser querido o conocido oculta una adicción, confronte a la persona con amor. Colaboración:Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]
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