Visitar Comillas es un gusto que se dan los españoles y que los pobladores de Cantabria se encargan de mostrar a quienes los visiten. El Capricho de Gaudí es una joya que ostentan, pues se sabe que solo tres obras realizó Antoni Gaudí fuera de Barcelona:?la casa Botines en León, el Capricho en Comillas y el Palacio Episcopal de Astorga.El Capricho es totalmente colorido y florido, pues la casa está totalmente decorada con girasoles que como toda la obra son artesanales, pues en 1883 y 1885 todo era hecho a mano. Para visitar la casa hay que pagar 5 euros y 2,50 los menores. Allí, el guía cuenta que Gaudí nunca estuvo en Comillas, aunque hay pobladores que aseguraban haberlo visto por ahí. Lo cierto es que dirigió la obra desde Barcelona y siempre destacando su pasión por la naturaleza. Lo llamaban el loco en su época y él decía a sus colegas: “Ustedes han estudiado y se sorprenden de no entender lo que hago, y es que yo, que también he estudiado, todavía estudio y trabajo sin parar. No creo por lo tanto en la improvisación, nada se improvisa y no confío en que la inspiración pudiera reducir mi labor, ya que ésta me tiene que ser concedida como un añadido”. Antoni Gaudí fue un visionario, la casa es contigua al Palacio de Sobrellanos, donde el Marqués de Comillas recibía a su amigo el Rey Alfonso XII y es por eso que Comillas se convirtió en un lugar en el que todos los adinerados querían tener su casa de verano. Así fue que el concuñado del Marqués, Máximo Díaz de Quijano pidió a Gaudí que le construya el Capricho. Tanto tiene de capricho que es en sí una casa pequeña e inteligente; de un dormitorio, con escaleras escondidas solo para la servidumbre que tenía los aposentos en la zona alta. Como al dueño le gustaba la música, Gaudí le puso detalles de corcheas, vitrales con pajaritos para recordar su amor por la naturaleza y posados sobre un piano, por ejemplo. Pero no solamente es eso, las ventanas tienen un sistema de poleas que evitan el paso del frío y también suenan como si fueran campanas, al abrirlas y cerrarlas. Durante la visita guiada esperan las campanadas de la iglesia para hacerlas sonar en conjunto. Gaudí también pensó la casa como un gran girasol, que mira al sol, y por eso desde cualquier lugar se tiene luz solar, vayas donde vayas y en todos los momentos del día. En dinero hasta hoy no pueden imaginar su costo, pero sí que sus dueños japoneses la tienen bien cuidada y abierta al público, después de que funcionara por muchos años como un exclusivo restaurante con plaza para 300 personas. (Por R.T)
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