La psicología tomó prestado este concepto de la ingeniería. Hace referencia a la capacidad que tienen los materiales para volver a un estado anterior, tras un proceso de deformación. En psicología la presión está referida especialmente a la ansiedad y a la tristeza, siendo el estado anterior el de calma y bienestar.Conceptos como resiliencia, exigencia, necesidad de control, optimismo y pesimismo son la base para poder definir qué características de personalidad hacen a una persona más o menos resistente ante la ansiedad y la depresión. Ante situaciones como un posible despido, semanas de trabajo con muchas cosas pendientes que no acaban de resolverse, pérdidas de personas queridas, diagnóstico de enfermedades graves… En función de las características de personalidad y habilidades de cada persona, se producirán diferentes niveles de desgaste en cada uno. No a todo el mundo le afectan de igual modo estos acontecimientos. Hay quienes se hunden y otros que salen más reforzados, o por lo menos no dañados. A esto se le llama resiliencia. Según lo resiliente que es cada uno, así hará frente a sus circunstancias con mayor o menor éxito.Por tanto, ¿qué características debe potenciar una persona para protegerse de la ansiedad y la tristeza? Todas están entrelazadas, ya que son habilidades que se complementan y potencian la resiliencia. La primera es conseguir que las situaciones a las que uno se enfrenta sean un reto, algo deseado, o por lo menos aceptado. Enfrentarse a una tarea y estar deseando alejarse todo el tiempo, no hace que la percepción sea de reto. En todo caso se generará desesperanza y deseo de acabar lo antes posible. Esto multiplica el desgaste y dificulta la percepción de satisfacción cuando se alcanzan las metas. Así que es bueno preguntarse, ¿y yo qué quiero?, ¿quiero afrontar lo que hay? Si la respuesta es “no”, o “quiero que cambien los demás”, lo mejor será dejar lo antes posible la situación si no queremos desgastarnos en exceso.Otra habilidad es poder tener la capacidad de crear expectativas realistas. No siempre se es capaz de asumir lo que se puede obtener en una situación, o no siempre se es capaz de aceptar las dificultades a las que habrá que enfrentar. Ser capaces de entender lo que se tiene y ajustar las expectativas a lo que se conseguirá, hará más fuerte a cada persona ante el ansiedad y la tristeza.El optimismo, en comparación al pesimismo, es otra habilidad sumamente importante. El pesimista suele ver más los aspectos negativos porque se enfoca en lo que falta, en lo que ha de mejorarse. De este modo tiene la sensación de que una vez resueltos todos los peros, podrá disfrutar de lo que desea. Siente que habrá alcanzado su meta.La tendencia del pesimista es la de destinar mucha energía a encontrar las soluciones que necesita. Puede creer que si no se presiona y no está atento a lo negativo, no conseguirá su fin y fracasará. Por tanto el pesimismo tiene partes buenas pero ayuda poco a la resiliencia de cada uno. Perseguir el éxito desde el pesimismo desgasta. En cambio hacerlo desde el optimismo implica en parte saber adaptar las expectativas, y ser capaz de hacer renuncias para conseguir el máximo dentro de unos márgenes realistas.Altos niveles de exigencia y capacidad para hacer renuncias sin duda son necesarios. Este punto está muy ligado a los dos anteriores. Es muy bueno ser exigente o autoexigente, pero si no sabe escuchar las sensaciones de desgaste y hacer renuncias a tiempo, cuando quiera darse cuenta se habrá quemado más de lo necesario. Quizás para entonces sea tarde y se deberá pagar con excesiva ansiedad o tristeza, por no haber renunciado a algo previamente. De hecho a menudo si no renuncia a tiempo, pasará lo que tenga que pasar, pero no será usted quien lo haya decidido. Cabría añadir que se puede renunciar a no hacer determinadas cosas, a posponer los planes, pero también a veces hay que renunciar al aprecio de otros por decir algo incómodo, a no acabar una tarea de manera perfecta.Dar la importancia correcta a las cosas es algo que puede resultar difícil, pero no es imposible. Sea realista, valore las consecuencias que se derivan de lo que a diario vive. Hay consecuencias inevitables, hay que aprender a vivir con ellas sin esperar que cambien. No ser capaz de calibrar adecuadamente la importancia de lo que ocurre alrededor, puede potenciar enormemente la vivencia de malestar. Si uno se enfoca solo en el daño que producen los diferentes acontecimientos la resiliencia se diluye.Se capaz de afrontar las críticas de los demás cuando se toman decisiones, o se defienden necesidades es un pilar de la resiliencia. Cuanto mejor se afronten las opiniones negativas, menos desgaste se siente.Un concepto a tener en cuenta es el de locus de control, que es dónde se halla la percepción de control de la persona sobre las situaciones del día a día. Si es externo el control la persona no sentirá que puede resolver o influir de una forma clara en las soluciones que desea a sus problemas o preocupaciones. Sin embargo, cuando es interno tiene seguridad, disminuye la percepción de incertidumbre y amenaza. Potencia la autoestima y la resiliencia, así que potenciar el locus de control interno hace del individuo un ser más resistente a la ansiedad y la tristeza.Finalmente, algo de lo que no se puede prescindir es de apoyos sociales y actividades de ocio. La capacidad individual para buscar y mantener relaciones sociales, unida a la capacidad para desarrollar actividades de ocio que ilusionen y estimulen, son potenciadoras de la resiliencia que se vuelven contrapeso ante las situaciones de ansiedad o tristeza que desgastan a cualquiera.La ansiedad y la tristeza son síntomas que el cuerpo muestra para informar que algo no va bien. Si se atiende sólo a la sensación negativa y no se cuestiona su origen, se pierden datos que pueden ayudar a hacer cambios y encontrar las soluciones.Fuente: gabinetedepsicologia.com
Discussion about this post