Señora Directora: Los hechos de la historia de las últimas décadas nos han demostrado que todavía no entró en razonamiento una sociedad llamada “sufrida” y que hace caso omiso a lo que acontece en su propio país, a sabiendas de que la mayoría de quienes acceden a una función pública se aprovecha de esa circunstancia para “manejarse a gusto y piacere”.¿Somos concientes de que necesitamos reorientar muchas cuestiones que hacen al movimiento de producción, comercial, empresarial y que produzcan un equilibrio en la relación patronal-empleados?¿Con la riqueza que nos brinda el país, es necesario ampliar la edad jubilatoria, argumentando que ha crecido la longevidad, cuando la realidad del índice de mortalidad no dice lo mismo?¿Razonamos alguna vez que no se puede seguir ampliando la planta de empleados públicos cuando, a decir verdad, ello no se justifica en absoluto y su costo genera déficit ampliando la brecha de pobreza en el país?¿Se justifica que haya “jubilaciones de privilegio”, cuando miles de trabajadores han aportado durante décadas para luego pasar angustias con el magro ingreso de jubilado?¿De qué igualdad hablamos en Argentina si siempre existió “el grupo de beneficiados” con el dinero de todos los argentinos?¿Dónde está escrito que quienes nos representan terminen al poco tiempo siendo millonarios con lo poco que aportan en su función pública?Hay muchas áreas gubernamentales en los que los abusos fueron creciendo, a espaldas de una sociedad ciertamente alejada de esos estamentos y que debe en forma urgente “despertar” y reclamar que se terminen las irregularidades de acomodar a personas allegadas en cargos ficticios o inexistentes con abultadas remuneraciones, cuando hay muchas personas desocupadas y necesitarían un trabajo.El despilfarro y las sobrefacturaciones se fueron adueñando de los espacios contables y para ello obviamente hubo y hay responsables que siguen “creciendo económicamente” a merced del silencio de Juan y María Pueblo.No nos engañemos, ya han pasado varios años de democracia y muchos creímos que era la gran oportunidad de modificar las cosas equivocadas, de mirar con “ojos honestos y en bien del país” para buscar entre las mil maneras de generar trabajo y bienestar para todos los argentinos.Muchos se preguntan: ¿por qué hay tantos hermanos paraguayos, bolivianos, etc. trabajando en Argentina? Es que apoyados por ciertos sindicatos, los trabajadores argentinos se dejaron tentar por los resultados de los juicios laborales, llevando en el tiempo a un espacio vacío a esos protagonistas y a todo esto los empresarios optaron por lo favorable.Hasta nos sorprendemos que un sindicalista se haya vuelto millonario manejando a su antojo todo lo que le generaba dinero, poder y placer. Ahora bien: ¿y los que aún no fueron investigados, en qué queda su situación?Hay mucho por hacer y reacomodar en un país vapuleado por la corrupción, bastardeando los valores y la dignidad de la sociedad, mintiendo y engañando a quienes creímos, en quienes “prometieron ante la Patria y juraron ante Dios” de brindarse honestamente en el cargo que le fue confiado.Pero la tentación y el “qué me importa” pudo más y así estamos, no nos quejemos entonces y reconozcamos que la única manera de que la Argentina avance y genere riqueza, es cuando cada uno ponga el granito de arena con el cual en conjunto podamos lograr el objetivo buscado, en todos los ámbitos.
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