Donde el río Negro se une con el océano, a 30 kilómetros de Viedma, y tomando el nombre de un barco que naufragó tras estrellarse contra las rocas, la Villa El Cóndor, recibe al viajero con sus extensas playas de arenas blancas que llegan hasta los gigantes acantilados que se yerguen altivos frente al océano, como eternos guardianes de la Patagonia argentina. Pintoresca y cálida, esta villa cuenta con los servicios necesarios para disfrutar a pleno de un día de playa que también puede incluir la práctica de una gran diversidad de deportes náuticos y la posibilidad de avistar la mayor colonia de loros del mundo.Las amplias playas que corren de noreste a sudoeste en la entrada al Golfo de San Matías invitan al visitante a zambullirse sin peligro en el suave declive de la arena o a caminar kilómetros casi en soledad.Hay sectores a través de los cuales se puede acceder a las playas a través de senderos compactados, pudiendo estacionarse a no más de 50 metros de la pleamar y quienes cuenten con vehículos de doble tracción pueden disfrutar de safaris de arena y sol.Los amantes de la naturaleza podrán disfrutar especialmente del avistaje de aves que caracteriza a la región, en el cual se podrá disfrutar de ver en pleno vuelo a los jotes o buitres negros, golondrinas patagónicas y negras, águilas moras, carpinteros, halconcitos, gaviotas, chimangos, petreles y los ya mencionados loros barranqueros. Hacia el norte de la villa está el estuario de la desembocadura del río Negro en el mar, zona definida como marisma, caracterizada por cangrejales y juncales, los que pueden ser apreciados desde un camino lateral y navegados con embarcaciones de poco calado.Las ráfagas ventosas características de la Patagonia pueden incomodar a los bañistas pero proporcionan fuerza sustancial para la práctica de los deportes de viento como el carrovelismo, kite buggy y parapente, este último es casi la estrella en El Cóndor y el espectáculo visual que genera es simplemente inigualable.En el caso del carrovelismo, las unidades se desplazan sobre la superficie lisa de la playa húmeda y se han registrado velocidades de hasta 135 kilómetros por hora.Si usted no disfruta de tanta adrenalina y lo que busca es algo más tranquilo, la pesca es su opción ideal. Esta pasión serena y contemplativa encuentra en El Cóndor la locación ideal. Desde la playa o embarcados, en botes convencionales o canoas, se logran excelentes capturas de pescadillas, corvinas, lenguados y róbalos entre otras especies.El Faro se eleva 16 metros por arriba de los 27 de los acantilados brindando una panorámica excepcional desde su pináculo. Cabe destacar que esta blanca torre está en permanente funcionamiento desde el 25 de mayo de 1887 y fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la ONU.Finalmente y no menos importante en este detalle de lo que la Villa El Cóndor ofrece al viajero no podemos dejar de mencionar los restaurantes y pubs que ofrecen platos con típico sabor regional como el preciado cordero patagónico, las rabas, mejillones y langostinos capturados en el mar del Golfo. Recuerde, la villa está a 30 kilómetros de Viedma y se llega por la ruta que bordea el río Negro. Un destino argentino, un destino distinto y para nada tradicional. Ojalá se decida y lo disfrute.Velas al vientoLas grandes extensiones de arena de El Cóndor permiten practicar deportes de viento y el carrovelismo es uno de los que año a año va ganando mayor cantidad de adeptos en las playas de esta villa, donde la orilla del mar se viste de velas de colores. Este escenario se destaca por los fuertes vientos reinantes en virtud de que no existen obstáculos cercanos como médanos u otro tipo de elevaciones.El carrovelismo es una actividad que media entre el kitesurf y la vela, y los aficionados van a pocos centímetros del suelo.Viajan casi acostados sobre un frágil espacio sostenido por tres ruedas neumáticas y despliegan un velamen de gran porte que deben orientar de acuerdo a los vientos.Gigantes patagónicosEl mar azul intenso que se confunde con el cielo se observa en toda su expresión desde los imponentes acantilados que promedian los 50 metros de altura. Estos accidentes del relieve dan cuenta en sus estratos de los diversos sucesos geológicos de los últimos 13 millones de años.Los acantilados patagónicos constituyen un corte natural de la estructura geológica de las mesetas costeras, formadas por una sucesión de eventos que dejaron como resabios un escalonamiento de capas sedimentarias superpuestas, formadas por estratos continentales y marinos.? En la parte baja de los acantilados se presenta un espeso nivel, de origen marino y color verdoso, portador de innumerables fósiles marinos milenariosAvistaje imperdibleUnos 35.000 nidos activos de loros barranqueros, emplazados a lo largo de 12 kilómetros de acantilados que dan al océano Atlántico, constituyen la colonia más importante del mundo de esta especie. La colonia más grande y el sitio de cría más importante de esta especie está en los acantilados de piedra arenisca al oeste de la villa de El Cóndor.Desde el aireEl parapente es una actividad en constante crecimiento y El Cóndor es un sitio ideal para su práctica. En la playa una postal cada vez más común y colorida es la de los amantes de este deporte recreativo surcando los acantilados en lento y armonioso movimiento. A veces alguno solitario, otras decenas volando al mismo tiempo.Impactante costa atlánticaLa Patagonia argentina posee innumerables paisajes para admirar pero la costa atlántica es quizás uno de los más bellos. La mezcla del bravo mar, los imponentes acantilados, las pacíficas y extensas playas, más la fauna que la habita, todo en conjunto, resumen la perfección de la naturaleza.
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