Ernesto Doedderer – Posadas (Misiones Señora Directora: Pasan los años y muchas cosas no se corrigieron y otras tantas han empeorado de tal manera que día a día quedamos sin respuestas, sin entender qué es lo que quiere la sociedad argentina, por qué dejó pasar la oportunidad de encontrar las soluciones a cada problema.
Pero la apatía y el reclamo individual ayudó a que todo siga igual, que los pocos funcionarios que quisieron poner en funcionamiento sus planes, pronto fracasaron por encontrarse con la cruda realidad del desorden y la falta de colaboración de quienes pueden y deben hacerlo, por el simple hecho de percibir sus haberes por parte del Estado.
Por otro lado ganaron los que tuvieron la suerte de cubrir una determinada función pública y sabiendo que nadie los cuestionará jurídicamente, se cortaron solos como Juan por su casa, llevando una vida holgada y sin sobresaltos.
Para opinar que es muy fácil- hay que tener experiencias vividas en determinados cargos y tener fundamentadas las críticas, porque sino caemos en los supuestos o las sospechas sin asidero.
La mala distribución de los dineros públicos y los sube y baja que deben realizar los empresarios para poder mantenerse en movimiento, son las causales principales de los vaivenes que sufre la sociedad en conjunto.
Otros motivos son la falta de calificación del trabajo, de la mano de obra, del blanqueo de los salarios y la priorización del trabajador argentino que debe ser registrado y protegido por el Estado, salvaguardando su situación laboral y familiar dada la cantidad de extranjeros contratados por las empresas y comercios, cuyo salario es irregular y escapa a los controles legales que corresponden por ley.
Es lamentable que se presenten situaciones de clandestinidad, de esclavitud laboral, de la explotación del hombre por el hombre y que son las causas que dañan al sistema, al equilibrio fiscal y económico principalmente.
El despilfarro es tremendo y sería auspicioso y oportuno que el gobierno proponga a las empresas fabricantes de vehículos que sean sin lujos excesivos y de bajo consumo, para de esa forma generen ahorros en combustible y mantenimiento; que se invierta en edificios propios y se limite los altos alquileres que aumentan permanentemente; que se genere trabajo para quienes cobran planes sociales, incluso si corresponde aumentarle sus ingresos, llevando un control permanente; hacer hincapié en el mantenimiento de las obras públicas especialmente los entubamientos y arroyos-, además de los vehículos.
Seguimos cautivos de un sistema perverso donde la inflación, los impuestos y la desocupación son los dueños de los principales problemas que nos aquejan y todavía no apareció quien pueda encontrar la manera de encaminar las distintas situaciones que hacen al bienestar general. En estos asuntos no hay milagros, sino más bien esfuerzos mancomunados que deben tener resultados positivos en un tiempo prudencial, de otra forma caemos en lo mismo de siempre.
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