La falta de medicación para pacientes con VIH ratificó la imprevisión con que trabaja nada menos que el Ministerio de Salud de la Nación. No solo no planificó la provisión de la medicación sino que se animó a justificarse por las redes sociales con el siguiente textual: ACLARACIÓN: Las demoras en la entrega de medicamentos para el tratamiento VIH obedecen a los tiempos habituales de habilitación presupuestaria.
La inmediata reacción a semejante fundamentación a la falta de asistencia medicinal fue preguntarse si la salud se puede adecuar a los tiempos habituales de habilitación presupuestaria; o por qué razón no se previó (no siendo la primera vez que se deben gestionar los medicamentos) para no cortar en un plazo insalubre la entrega de los mismos.
Dos años ya pasaron de gobierno de la actual gestión con lo cual, más allá del cambio de ministro de Salud, Adolfo Rubinstein (actual titular que reemplazó a Jorge Lemus) ya era secretario en la misma cartera. No se puede aceptar con tanta liviandad que los miles de pacientes con tratamiento (entre los que debe haber bebés, embarazadas, niños, ancianos) no reciban una medicación de entrega obligatoria porque no hubo uno, tan solo uno, en el Ministerio de Salud de la Nación que mirara el stock vigente y las necesidades a cubrir en el nuevo año para prever los fondos necesarios para la compra de medicamentos para el VIH.
El burócrata muchas veces cree que los procedimientos enmarañados de la administración pública son normales para todos, cuando en realidad el accionar del Estado debería buscar adaptarse al máximo posible en casos donde la salud está en juego. Porque la salud de las personas enfermas con VIH no conoce de burocracias en su deterioro frente a la falta de medicación.
Y no se trata de una aspirina que se puede adquirir en la farmacia a un costo bajo. Resulta imposible que los pacientes con un tratamiento asignado puedan afrontar por sí mismos el costo de la medicación.
Como ciudadanos no podemos aceptar ni admitir que se normalice la falta de planificación, de previsión gubernamental en ninguna circunstancia, menos aun cuando la vida está de por medio
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