Albertito hace los mates más ricos y es el cebador oficial del grupo de los jueves en el atelier.El mate vive en la rutina. En la ruta, en la plaza o en el escritorio del trabajo. Allí descansa y alivia. Es la continuación del brazo de la abuela que se estira en la cocina mientras ofrece algo más que un instante de felicidad.
Es el inicio del diálogo, la invitación a descubrir las tristezas y las alegrías ajenas. También las propias. Es el momento preciso en el que negarse no está en los planes.
Y como no puede ser de otra manera es el compañero infaltable en una tarde de pintura en el atelier. Encontramos el sentido del mate en el compartir.
Cuando Alberto entra al taller, ya sabemos que esa tarde tomaremos el mejor mate. Él tiene una forma muy particular en la ceremonia de prepararlo, y siempre nos dice que nuestra yerba parece canchada. Muy convencido sostiene que no hay otro mate más rico que el que él prepara.
Ahora jubilado, en su época de camionero, el mate fue su compañero incansable. Más de la mitad de su vida lo pasó en la ruta. En caminos lejanos.
Lejos de todo y de todos. Miles de kilómetros recorridos, interminables horas manejando, y el momento reparador de un buen mate para lograr llegar a destino.
Hoy la recompensa es nuestra, saborear un buen mate, mientras pintamos, y que además sean cebados por las manos de un hombre admirable, ejemplo de trabajador incansable, que nos mima y nos consiente un rato.
Y la mejor parte, es que este hombre, es mi padre. Fue ejemplo en mi vida, me dio los valores más importantes que tengo y ahora es un compañero, él y su mate, cuando nos juntamos a pintar.
Colabora
Claudia Olefnik.
Artista plástica.
Responsable
del Taller Monarcas.
En Facebook. 0376-4720701
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