La confianza es un elemento básico en la construcción de relaciones adecuadas. Cuando el conflicto se instala, ésta se deteriora e incluso llega a perderse.
Un paso importante entonces, a fin de lograr que el conflicto desescale, es trabajar y generar nuevamente esta confianza necesaria que nos permitirá aflojar la tensión.
Tal como afirman Morrow, Hansen y Pearson, si bien existen muchas definiciones acerca de qué es la confianza, lo que podemos asegurar es que presenta dos tipos de componentes: cognitivos y afectivos.
La mayoría de las investigaciones se han centrado en los aspectos cognitivos, lo que ha llevado a cometer errores conceptuales y considerar que se puede adquirir únicamente desde el plano racional, olvidando el vínculo emocional tan necesario entre las personas para que pueda permanecer.
Como plantea Elliot Jaques : La gente no tiene que amarse, y ni siquiera gustarse, para poder trabajar junta de manera efectiva. Pero para poder hacerlo sí tiene que ser capaz de confiar en los otros.
La confianza es una emoción que nos predispone. No tenerla significa perder esa predisposición favorable indispensable como paso previo a cualquier acción o decisión posterior.
Por el contrario, cuando nos sentimos confiados, todo lo vemos más sencillo, y las posibilidades que se abren ante nosotros son más expansivas, más creativas, más generativas y transformadoras.
Lo bueno es que puede construirse e incluso reconstruirse y si no, que nos pregunten a los padres, cuántas veces volvemos a confiar en nuestros hijos, aunque descubramos que nos han mentido. La respuesta es sencilla, tantas veces como sean necesarias, pues son nuestros hijos y decidimos seguir depositando nuestra confianza en ellos.
Esta creencia hace referencia a una actitud de las personas en su relación consigo mismas o con los demás y como tal podemos entrenarla a nivel individual.
Entre otros, se alimenta de tres juicios: sinceridad, ya que confiamos en aquel que para nosotros es sincero, y desconfiamos de aquel que creemos que nos miente; competencia: en el sentido de nuestra capacidad para gestionar el conflicto; y credibilidad, que no es otra cosa que la confianza generada por antecedentes y experiencias pasadas.
En nuestra sociedad, donde prima el modelo individualista, autoprotector y poco empático, la confianza constituye un factor central que favorece el éxito y la supervivencia a largo plazo en la comunidad y sus organizaciones. Es un factor clave que no podemos olvidar y del que no podemos prescindir en cualquier proceso de gestión de conflictos.
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