Todos nos hemos visto envueltos alguna vez en esas discusiones en las que entramos y no sabemos o no podemos salir. Me refiero a esas reacciones -enojo de por medio- en que damos el mejor discurso del que nos arrepentimos luego y ronda en nuestra cabeza y corazón por varios días.
Entre otras cuestiones, nos cuesta tanto accionar en lugar de reaccionar para no entrar en ese bucle interminable de una discusión poco constructiva ya que los sentimientos y las emociones dominan la razón y la lógica.
Podríamos comparar a las emociones con el mar, no se puede controlar, ni manipular pero sí se puede aprender a participar de su poder. Como los surfistas aprenden a participar de las olas sin dominar el océano sino aprovechando su fuerza.
Las habilidades emocionales en alguna manera nos enseñan a surfear en el mar de emociones. Y no importa que tan buen surfista seas, de vez en cuando una ola te va a revolcar. Paradójicamente, son aquellos que más raspadas tienen, los que más habilidades emocionales construyen. Quien no esté dispuesto a rasparse no aprenderá a surfear en ellas.
Este camino se transita con paciencia ya que se aprende poco a poco.
El primer paso es tomar conciencia, darme cuenta que estoy experimentando algo, tal vez con poca claridad de qué es.
Luego intentaremos distinguir qué sentimos, si es algo nuevo o incómodo, etc.
Seguidamente le daremos un nombre a fin de ponerlo en palabras, lo describiremos.
Ubicaremos en qué lugar la sentimos, qué efecto físico tiene en nosotros, etc.
¿Qué tanto soy capaz de aceptar este estado emocional y surfear en él? ¿Qué tanto puedo darle la bienvenida en lugar de intentar huir?
Finalmente permitiré que me guíe hacia mi necesidad, dejaré que esa sensación empiece a ser mi maestra y deje de ser mi enemiga.
Para seguir estos pasos es fundamental la observación, así como el surfer, cuenta las olas, mira las tonalidades del mar, los vientos, etc., nosotros primero deberemos practicar el poder de la observación y transitar el camino atentos.
Te invito a hacer este ejercicio y detenerte un segundo a mirar qué sensación o emoción experimentas en este momento, tomar conciencia de ella, diferenciarla, nombrarla, observar el movimiento o pasividad que genera, tolerarla o sostenerla y darle la bienvenida.
¡VAMOS A SURFEAR!
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