El sacerdote Alberto Barros explica en qué consiste para los católicos el periodo que comienza mañana y se extiende hasta la Pascua.“Es un tiempo de preparación a la Pascua, y no se la entiende si no es en referencia a la Resurrección de Cristo, explicó el sacerdote Alberto Barros. Se extiende por 40 días para preparar la gran fiesta de los cristianos, que es celebrar nuestra fe en Jesús resucitado, reafirmar nuestra fe en el Dios de la vida, que nos invita a vivir con dignidad en este mundo y en plenitud de vida en la eternidad. Es un tiempo que llamamos de conversión, que significa para los cristianos un tiempo para volver a Dios.
De acuerdo a lo expresado por el párroco de la Sagrada Familia, esta conversión, que es volver al Dios que es amor y que es vida, tiene como dos dimensiones para los cristianos. Primero la conversión personal, que es transformar el corazón, descubrir cuáles son los signos de muerte que hay en la propia historia e ir transformándolos en vida con la ayuda de Dios. Por ejemplo, nuestro corazón va muriendo por la envidia, la soberbia, la violencia, el egoísmo, la avaricia, la mentira, la deshonestidad. Cada uno puede ver en qué aspectos de su existencia no hay vida, para cambiarlos, y poner vida donde no la hay.
Añadió que justamente la cuaresma es prepararnos para celebrar la vida. Ir cambiando todos esos signos de muerte por vida, que es el amor, la verdad, la solidaridad, la justicia, la búsqueda del bien común, la preocupación por el hermano, y por lo tanto, la transformación del propio corazón, pasando de la muerte a la vida, del egoísmo al amor, tiene que tener necesariamente una dimensión social. No hay un verdadero cambio personal, no hay una verdadera transformación o conversión personal si no termina en el amor al otro.
Expresó que la conversión en este tiempo cuaresmal tiene una dimensión personal que termina en un compromiso social, en una exigencia social. Es que significa ver también cuáles son los signos de muerte que hay en la sociedad, el barrio, la familia, el lugar de trabajo, y desde el corazón, aportar a que haya más vida y menos signos de muerte como la corrupción, que destroza, mata. Frente a la corrupción tenemos que poner la vida de la honestidad; frente a la muerte de la injusticia social, la vida de la justicia social; a la pobreza, la exclusión, el dolor, pondremos vida acrecentando la solidaridad, la capacidad de compartir nuestro tiempo y la cercanía fraterna, estar con ellos, compartir los bienes. En una sociedad en la que hay signos y heridas que lastiman como ancianos abandonados, enfermos sin visitar, personas tristes, angustiadas, que se sienten solas. La dimensión social de la conversión es atenderlos, aliviar, acompañar, fortalecer, visitar, renovar en la esperanza a la gente que se siente mal, lastimada o herida, dijo, y citó el caso del consumo de adicciones. La droga, el juego, son adicciones que van quitando vidas personales, familiares, entonces busquemos trabajar, ver cómo acompañar, cómo ayudar a recuperar, prevenir, para que tantos otros no caigan en ellas, solicitó.
Barros manifestó que aunque parezca exagerado, todo tiene que ver con la cuaresma. La dimensión personal de cambio del propio corazón que se expresa en un trabajo por cambiar la sociedad, en lo que a cada uno le toca y en su propio ambiente. Por eso durante el tiempo de la cuaresma en todas las comunidades se busca tener gestos solidarios, de caridad. Cada parroquia lo organiza de acuerdo a su realidad y posibilidades, admitió.
Contó que en la Diócesis de Posadas, durante las misas que se oficiarán en parroquias y capillas durante el fin de semana del 17 y 18 de febrero, se realizará una colecta que tiene como destino la construcción de viviendas solidarias para personas que residen en situaciones inhumanas, especialmente en asentamientos. La llamamos colecta solidaria del 1% de nuestros ingresos. Luego Cáritas Diocesana administra ese fondo para construir casas, de acuerdo a los proyectos que envían las parroquias necesitadas, confió.
El ayuno
Barros explicó que el ayuno vivido por el cristianismo primitivo era renunciar a lo que no me hace bien para compartir lo bueno con el otro. Mencionó a San Juan Crisóstomo que decía: Ayunemos de nuestras envidias, egoísmos, injusticias, mentiras, calumnias, difamaciones, para hacer bien al prójimo. Privarme de aquello que mata a mi corazón para hacer bien al otro y ser mejor persona. Eso es en el plano espiritual. Entendido en un sentido material, el ayuno es privarme de bienes materiales para compartir con el otro (ropa, dinero). Sin esto el ayuno no tiene sentido.
La ceniza y la fragilidad humana
La ceniza es un símbolo y nos recuerda la fragilidad humana, los signos de muerte que hay en nosotros. En esa ceniza que hay en nosotros Dios quiere poner vida, transformarnos para bien, para alegría, para la felicidad personal y de nuestros hermanos. Comenzamos con ese signo. Después cada domingo, los textos bíblicos, la reflexión, nos van animando a ir haciendo este camino de conversión personal, que a su vez tiene una dimensión de conversión o de exigencia social. A cada cristiano le cabe la responsabilidad de ir viviendo la cuaresma con seriedad o no.
La Cuaresma tiene como objetivo prepararnos a la Pascua, que es la gran fiesta de la vida y el amor. Y en la medida que vamos creciendo en el amor que da vida, la persona que hace este proceso de conversión personal, que tiene una dimensión social, una exigencia social, para amar, para crecer en todo lo que es bueno, es una persona que será un poco mas feliz y que hará un poco mas felices a su alrededor.
Discussion about this post