Gilberto Díaz (28) fue atacado el sábado, pero falleció ayer en Oberá. Los autores incendiaron su vivienda del Paraje Capibara y balearon a un supuesto cómplice, aún prófugo. En la zona acordaron no decir nada a la Policía.
Sin testigos. Pese a los gritos, los balazos y el fuego en medio de la noche, nadie vio nada en Paraje Capibara, cerca de El Soberbio, donde un hombre fue asesinado a golpes y todo apunta a que se trató de un linchamiento por parte de sus propios vecinos, quienes acusaban a la víctima fatal por una serie de robos registrados en los últimos meses.
Gilberto Díaz (28) falleció este miércoles por la tarde en Oberá, donde estaba internado, tras agonizar casi cuatro días. Los investigadores tienen, desde entonces, un obstáculo que aparece como insalvable: aseguran que entre autores y habitantes de la zona acordaron un pacto de silencio para evitar que se descubra quiénes fueron los asesinos.
Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, todo sucedió alrededor de las 22 del pasado sábado, cuando un grupo conformado por unas diez personas irrumpió en la vivienda de madera y chapas de zinc en la que Díaz se encontraba junto a un presunto cómplice.
A los tiros, la muchedumbre obligó a salir del inmueble a sus dos ocupantes, a quienes golpeó salvajemente mientras incendiaban la vivienda. Díaz se llevó la peor parte: fue atacado a machetazos, golpes de puño y patadas.
¿Cómo se conoció aquella primera versión del hecho? Aunque baleado, el supuesto cómplice logró escapar y dio aviso a la familia de Díaz de lo que había ocurrido. Los allegados al joven lo trasladaron al Hospital de El?Soberbio, desde donde fue derivado de urgencia al Samic de Oberá en razón de que se encontraba en estado crítico.
La Policía fue alertada desde el primero de esos centros asistenciales, por lo que no tardó en entrevistarse con los propios familiares de Díaz. Estos aseguraron que, en realidad, aquel ataque tenía como destinatario a un hermano de la víctima fatal, quien había recibido amenazas por parte de cercanos a su exconcubina.
Investigadores de la comisaría de El?Soberbio y de la Brigada de la Unidad Regional VIII resolvieron abrir una pesquisa. Entonces llegaron hasta la escena de la feroz golpiza, donde encontraron apenas cenizas de lo que había sido la casa, pero también municiones de distinto calibre, varias vainas servidas y al menos dos machetes.
No tardó en complicarse la cuestión para los detectives. Enseguida chocaron con el silencio de los habitantes de la zona. No es una casualidad: los efectivos aseguran que los vecinos resolvieron acordar un pacto de silencio para evitar brindar datos a la Policía o, en todo caso, otorgar información poco clara o confusa. Algunos, incluso, se desdijeron de las declaraciones que habían entregado de manera informal.
Sin embargo, la astucia de los investigadores permitió construir una hipótesis, la más firme hasta el momento. Sucede que en la zona, al parecer, Díaz y su presunto cómplice -quien escapó con golpes y un balazo y hasta anoche permanecía prófugo- no eran queridos por sus vecinos, quienes los acusaban por numerosos robos e incluso por causar desordenes y hasta disparar al aire en plena madrugada.
Los detectives creen que, cansados de aquella situación, un grupo resolvió hacer justicia por mano propia. No se sabe si la intención fue asustar a los supuestos delincuentes o, directamente, atacarlos, pero lo cierto es que producto de aquella feroz golpiza, Díaz falleció alrededor de las 15.30 de ayer en razón de las lesiones que sufrió.
Pese a la resistencia de los vecinos por brindar información, los investigadores lograron establecer que no serían ajenos al hecho al menos seis vecinos de la zona, quienes ya habrían sido identificados y anoche eran buscados intensamente por las autoridades.
El caso está en manos del magistrado Gerardo Casco, titular del Juzgado de Instrucción 3 de San Vicente, quien caratuló la causa de manera preventiva como homicidio e incendio.
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