Este joven de 16 años, con síndrome de Down, deja su casa en Buenos Aires todos los veranos para llegar a Oberá y entrenar en natación. Sin dudas que los clubes deportivos son un espacio de contención para niños, jóvenes y adultos con un aporte más que saludable. Esto se potencia todos los veranos en el Club Alemán de esta ciudad por la llegada al equipo de natación de Matías Bareiro, un deportista mucho más que especial.
Matías tiene 16 años y síndrome de Down. Está radicado con sus padres, Andrea Joerg y Oscar Bareiro, en Buenos Aires, pero todos los veranos elige pasar las vacaciones con sus tíos Enzo Santia y Karin Joerg en Oberá. Lo hace para asistir a los entrenamientos del equipo de natación del Club Alemán y participar en las competencias. Esta elección se repitió las últimas tres temporadas.
A Mati, tanto sus pares como profesores, lo consideran un ser humano extraordinario. Cada mañana cuando llega al club saluda con un cariñoso abrazo a los profes y a cada uno de sus compañeros. Siempre con una sonrisa, manifestaron en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Es por eso que queremos destacarlo, no como nadador especial, sino como mucho más, agregaron.
Hace varias temporadas integra el equipo del club por lo que entrena diariamente y participa en las competencias oficiales de la Asociación Obereña de Natación. Es un regalo tenerlo, motiva a sus compañeros, trata de que todos estén unidos, es alegre y súper divertido. Es amado por todos, aseguraron.
Los padres de Matías son obereños pero por cuestiones laborales debieron radicarse en Buenos Aires hace más de una década. Desde chico fue incentivado por ellos a practicar deportes y junto con su hermana Clarisa, de once años, disfruta de las actividades y comparte la pasión por la natación.
Entrenando es un ejemplo. No falta, llega siempre a horario, sigue las consignas, acepta las exigencias y se esfuerza. Quisiera que viviera en Oberá para que siga con el grupo y compartir más logros, afirmó su entrenadora.
Hablar de inclusión para la familia de la natación obereña no es solo un discurso sino una realidad: Matías es un ejemplo de ello. No es solidaridad o bondad, sino reconocer las diferencias, crecer con ellas y transformarlas en aprendizajes, para que se vuelvan naturales. En el caso de Matías el entorno aclara que en ese cúmulo de experiencias, indefectiblemente, son siempre los ganadores. Todo lo que provoca es bueno, inevitablemente saca lo mejor de cada chico, de cada amigo y nunca deja de sorprendernos y emocionarnos, cerraron.
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