Manuel de Jesús Alonso – Posadas (Misiones) Señora Directora: Aunque pudiera discrepar en algunos de los conceptos vertidos, me pareció un buen aporte a la seguridad vial en Misiones la nota publicada el miércoles por ese diario: ¿Radares si radares no? del Dr. Luis Di Falco (21 de febrero de 2018, página 14). Sobre todo porque expone algunas realidades sobre el verdadero aporte hacia rutas y calles más seguras que brindan algunas medidas como el alcohol cero o el control con radares para limitar la velocidad en las rutas provinciales.
Coincido en que ambos recursos y otros como el scoring (que también menciona) son solo herramientas útiles para disminuir el número de los accidentes de tránsito y, sobre todo, su consecuencia indeseada: la pérdida de vidas humanas o de personas con secuelas discapacitantes que arrastrarán de por vida. Lo que además agrega –y no se menciona en la nota– un enorme costo social en materia de salud y asistencia rehabilitadora para quienes quedan con lesiones mutilantes, así como de horas caídas en el terreno laboral y productivo, cuando se trata de población económicamente activa.
Ello es lamentable porque en un instante se arroja por la borda todo esfuerzo hecho para educar responsablemente y formar conciencia sobre este aspecto de la convivencia humana y la seguridad de una sociedad. Aunque deba reconocerse que lo se ha hecho todavía es muy insuficiente y requiere mayor planificación, control y promoción.
Por ello falta un profundo cambio cultural y social, al que contribuirán las herramientas mencionadas en la nota, pero que a la vez deben sumar el compromiso –y subrayo esa palabra tan bien usada– de todos, no solo de autoridades y conductores. El uso de la vía pública es parte de la convivencia de una comunidad organizada y por ende nos involucra, obligándonos a poner nuestro granito de arena para mejorar esa realidad desde la más pequeña acción que realicemos.
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