Juan Natividad – Oberá (Misiones) Señora Directora: Desde la reciente reanudación del certamen de la Asociación del Fútbol Asociado (AFA), vienen repitiéndose en algunos estadios y otros lugares de concentración de público los cánticos con insultos al presidente Mauricio Macri. Significan una demostración del humor de ciertos sectores sociales, particularmente, y que se han repetido en los sucesivos gobierno a los que el desgaste del ejercicio de poder o los errores de gestión perjudiciales para las mayorías y que los aleja de sus gobernados.
Si bien podríamos decir que constituye un deporte nacional que observé cientos de veces, desde que tengo uso de memoria y sin importar el gobierno de turno, creo que es una pésima costumbre que afecta la investidura presidencial. Creo que ese comportamiento debería tratar de erradicarse y así como sucede con la violencia en las canchas deportivas habría que buscar algún mecanismo que los limite.
Macri como otros gobernantes que lo precedieron –salvo los de los regímenes militares– fue electo por los argentinos y en octubre pasado ratificó esa confianza puesta en él en 2015. Y aunque es palpable y evidente la disconformidad que está generando en muchos sectores con las medidas económicas –en especial los de menores recursos– cabría tratar de mantener el respeto necesario a la responsabilidad que se depositó en sus manos.
Aunque fui opositor a la anterior gestión presidencial, nunca compartí y me molestó, por ejemplo, cuando desde los medios se pronunciaban gruesos epítetos para calificar a la anterior Presidenta. Como me desagrada ese humor chabacano, soez y rastrero, que se utilizaba para referirse a ella y se comienza a usar para caracterizar al actual jefe de estado. Algo que, para peor, es oscilante dado el estado de ánimo de la gente que puede cambiar rápidamente cuando aparece un nuevo hecho o una nueva circunstancia que los enoje o los satisfaga.
El grito y los insultos son la peor herramienta que pueda utilizarse para sostener una opinión crítica porque carece de razón y banaliza todo planteo que pueda realizarse en torno a ella. Por eso me disgusta escuchar esas expresiones que debo diferenciar del humor jovial e inteligente que, sí creo, puede ser útil para evidenciar alguna de las sinrazones que producen nuestros gobiernos de vez en cuando para dejarlos a la vista sin despertar el rechazo que produce, en general, el insulto o el grito.
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