Ernesto Doedderer – Posadas (Misiones) Señora Directora: Ya es preocupante que muchos chicos no asistan a clase en las escuelas y, si bien los motivos son diversos, pero sin dudas la mayoría no justificables.
A este serio problema se suma el conflicto docente llevado a una situación crítica, a tal punto de poner en riesgo el inicio del año lectivo por quienes no respetan ni a los alumnos inocentes y perjudicados-, ni a los padres que se han preparado con los gastos que ello implica; tampoco a los gobernantes que ofrecen lo que está en el presupuesto.
Mientras que tengamos que soportar a líderes que buscan de imponer su postura caprichosa y amenazante, no vamos a mejorar el nivel de quienes son la esperanza del futuro argentino: los alumnos.
El problema que plantean estos personajes no es nuevo ni reciente, es de vieja data y si no se realizan los planeos junto a los legisladores y funcionarios de gobierno, nada podrá resolverse favorablemente. Algunos líderes sindicales docentes quieren imponer una suerte de despotismo, sin importarles la situación que vive el país, quizás por el egoísmo que los enceguece.
El que se ganó la atención mediática es el de barba, que no conoce los fundamentos de la educación: ejemplo, respeto, dignidad, identificación plena con la enseñanza y entrega a la docencia. Pareciera que no le importa el bajo nivel de aprendizaje de la mayoría de los alumnos y no sólo su despreocupación por enseñar, todavía tiene el tupé de cercenarle el derecho de aprender a los chicos que pasan a ser los grandes perdedores, en esta suerte de contienda personalizada, solitaria y sin sentido social.
Hace años que muchos establecimientos escolares han dejado de lado en su programa de enseñanza, las materias esenciales para cada alumno con miras a su futuro, como son: música, actividades prácticas, dibujo, educación física completa (no solamente jugar al fútbol), pero eso no les preocupa.
Mientras que esos protagonistas irritantes y despiadados sigan al frente de los acuerdos salariales, los resultados serán negativos. Argentina necesita representantes en todos los entes estatales y sindicatos que sepan dialogar, discutir y analizar los problemas sin afectar a quienes nada tienen que ver en esos asuntos. Miles de empleados cobran menos que un docente y trabajan más de las horas establecidas; no por eso su tarea es menos importante.
Formar y educar a un alumno debe ser el orgullo más grande para un docente, pero no debe utilizarlo para lograr mejores ingresos, porque el tiempo es oro para cosas importantes en las que la docencia se encuentra comprendida.
Tal vez, en algún momento los padres tomarán la posta y exigirán que las cosas se reencausen y todo vuelva a la normalidad, que es el deseo de todos los que queremos una sociedad con desarrollo intelectual y demostrativo.
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