Desde la Neurociencia se ha confirmado que los cerebros masculino y femenino son distintos, opuestos complementarios. La diferencia biológica está también en la psiquis. Estamos viviendo tiempos de cambios muy acelerados en todos los órdenes, lo que trae también confusiones, por lo que es necesario comprender la naturaleza de esos cambios. Para que haya una verdadera transformación hace falta llegar a las profundidades del inconsciente. Todo lo referente a la mujer y su femineidad está siendo revisado y por eso mismo muchas creencias se mezclan.
¿Qué es la femineidad? ¿El ser mujer? Para reflexionar sobre estas preguntas nada mejor que acudir a autoras como Helen Luke, discípula directa de Jung, quien falleció en 1995 siendo considerada en su momento como la encarnación de la sabiduría en la tierra. Autora de varios libros sobre la condición femenina y su simbología.
Una de las creencias dice que la única diferencia de la mujer con el hombre es biológica, y que en todo lo demás somos iguales. Se pone todo el énfasis en la igualdad. Sin embargo para armar una imagen completa del Ser mujer es necesario comprender y aceptar las diferencias. La diferencia biológica no se traduce solo en el cuerpo físico sino también en la psiquis.
Desde la Neurociencia se ha confirmado que los cerebros masculino y femenino son distintos, opuestos complementarios. Deberíamos apropiarnos de esas diferencias porque de lo contrario la igualdad es mal entendida. Es así que en pos de ocupar su lugar, especialmente en el mundo de la acción y en lo laboral, la mujer hizo suyas las cualidades masculinas, a la vez que sepultó en lo profundo de su inconsciente sus verdaderos valores. Las consecuencias de esta apropiación de la energía masculina interna, causó y causa aún, efectos devastadores en el hombre que responde a ello, ya sea con pasividad o reaccionando de manera agresiva y brutal.
Una mujer ha nacido para ser esencial y totalmente una mujer, y cuanto más profunda y conscientemente sea capaz de conocer y vivir el espíritu, el Logos, dentro de ella, con más seguridad se dará cuenta de esta verdad, escribe Helen Luke.
Y agrega que, las cualidades femeninas de receptividad, de sustento silencioso y secreto, son tan esenciales como las cualidades masculinas y en modo alguno inferiores.
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