El Hogar Santa Teresa atiende a 35 personas con discapacidad física; el Espíritu Santo a otras quince con problemas mentales y en Virgen de Luján, en Guaraní, se contiene a 25 ancianos con alguna discapacidad física o mental, todos dependientes de alguien para su bienestar básico y sin recursos económicos.OBERÁ. Lo más valioso es el don de la vida, es la oportunidad para hacer algo, tenemos que pensar que hay una razón para vivir, dijo alguna vez el padre Guillermo Hayes, cuya obra continúa latente en la Capital del Monte de la mano de quienes tomaron la posta y, en tres espacios, los hogares Santa Teresa, Virgen de Luján y Espíritu Santo, albergan a alrededor de setenta personas, de todas las edades, discapacitadas, que fueron libradas al abandono o que no podían ser atendidas por sus humildes familias. En esos hogares reciben alimento, cuidados profesionales y cura para el alma, mediante distintos tipos de colaboración, tiempo, víveres, ropa y, por supuesto, dinero.
Muchas son las historias que se guardan en la Fundación Hogares Guillermo Hayes, pues todos quienes pasaron por ella dejaron su huellita de alguna u otra forma, especialmente en Santa Teresa, que en mayo próximo celebrará 25 años de servicio a la comunidad. En este contexto, el administrador de la institución, José Alberto Cacho Jakubow, recordó a Ko` ape que fue la incapacidad de resignarse del sacerdote ante la desatención de quienes sufrían algún tipo de discapacidad, que en su mayoría encontraba deambulando por el hospital durante sus visitas como capellán, lo que dio origen a este gran espacio.
Comida, un lugar de descanso y una mano amiga para sobrellevar la carga de su padecer un poco más cómodamente, con la posibilidad de que alguien ayude a que sus necesidades básicas, tanto bio-psicosociales como espirituales tengan una mano colaboradora hasta que Dios lo determine, ya sea porque la familia quiere recuperar a su persona rehabilitada o con más independencia, porque pudo descubrirse a sí misma, florecer en todas sus capacidades y se encuentra capaz de enfrentar la vida independientemente o porque ya cumplió su misión en la tierra, fueron las premisas que desde un primer instante buscó cumplir Hayes, postulado que aún continúa en pie.
Gracias a Dios se fueron sumando personas, profesionales, compañeros de trabajo y pudimos ir a través del tiempo ayudando a muchos, remarcó Jakubow.
En principio se hablaba mucho de la persona con discapacidad física pero en la realidad se vio que el abandono se daba en todo lo que tenga que ver con capacidad, lamentablemente dentro de nuestra subcultura a veces se escondía al discapacitado, porque incluso se la consideraba un castigo de Dios, entonces vivían aisladas, tapadas, muy descuidadas, sostuvo.
Almas dependientes deuna mano amiga
Actualmente, el Hogar Santa Teresa atiende a 35 personas con discapacidad física; en Espíritu Santo se brinda contención a otras quince con problemas mentales y en Virgen de Luján, en Guaraní, se contiene a 25 ancianos con alguna discapacidad física o mental, todos abandonados y dependientes de alguien para su bienestar básico, higiene y comida, lógicamente sin recursos económicos.
Muchos son indocumentados, pero cuando vienen nos prendemos de la ley para documentarlos porque nos favorece que tengan su DNI, que se los reconozca como individuos y ver si a través de ello podemos encontrarles una pensión o herramientas legales para acceder a otros beneficios; especialmente porque la contención básica tiene un costo de 15 o 20 mil pesos, requieren atención de clínicos, kinesiólogos, fonoaudiólogos, psicólogos y psiquiatras, explicó el administrador.
Historias que pesan
Muchos llegaron aquí en busca de un lugarcito en el corazón de alguien, sin tener siquiera la capacidad de asimilar la triste historia que llevan sobre sus pocos días de vida, como Milagros, pequeñita a quien su familia depositó en el hogar en 2013.
Nos llamó la atención porque padre, madre e hijos con alguna discapacidad se acercaron al hogar y nos regalaron una bebé, porque está muy enferma y tiene muchos problemas de salud, según explicaron. Tenía nueve meses y acepté porque tiempo antes me había pasado con un niño de catorce años, cuya familia vino a dejarlo y como dije que no podía recibirlo, porque tenía que ser a través del Juzgado, lo dejaron abandonado en un yerbal cerca del hospital. Hoy, Milagros tiene cinco años, fue una bebé de un paquete de venta, a quien la nueva familia llevó a centros de alta complejidad y se encontró con una lista de tiene y con que iba a ser una persona dependiente de terceros, entonces la devolvió y la madre me la regaló porque no sabía qué hacer con ella, rememoró.
Mili padece hidranencefalia, una condición poco común en la cual los hemisferios cerebrales están ausentes y son sustituidos por sacos llenos de líquido cerebroespinal y solo se le puede ofrecer pasar sin sufrimientos extra por este mundo.
Vidas que la desidia condenó
Clorinda Fernández también tiene un lugar en este rincón obereño, nos dijeron que fue rescatada en un operativo de Gendarmería en un lugar en Bernardo de Irigoyen, cerca de una comunidad aborigen. Los gendarmes se encontraron con un toldo de plástico negro y una mujer de rasgos gringos que emitía ruidos y era cuidada por aborígenes, dentro de los recursos que tenían. Es sorda, ciega, muda, deficiente mental y motriz, llegó en la década del 90 con sesenta años, hoy en día es Clorinda Fernández con más años, porque nadie sabe nada de ella, tendrá setenta y pico, describió.
Tampoco faltan quienes encontraron aquí un por qué en esta vida, como una joven eldoradense que llegó con paraplejia tras arrojarse de un séptimo piso, buscando acabar con su vida, encerrada en una terrible depresión, que superó con la contención que recibió, conoció a su esposo, se casaron y tuvieron una hija, que cumplirá ya quince años, en contra de todos los pronósticos.
Amor, simplemente
Cada casa tiene una rutina y como el lugar donde más atención se requiere es en Santa Teresa es donde hay más personal.
Se elaboran las comidas y se las procesa según sea necesario, es el mismo guiso en forma de guiso al plato o licuado, para que sea más cremoso, porque hay muchos chicos (actualmente son seis) con parálisis cerebral, donde todas las cuestiones neurológicas y musculares están atrofiadas, hasta el estímulo de la deglución, entonces se alimentan por gravedad, se los ubica con una postura determinada que permite que la comida baje por gravedad, confió el administrador.
Dejarlo todo por estar
Dos años pasaron ya desde que Alejandra Tournier llegó desde Córdoba al Hogar Santa Teresa junto a un grupo de misioneros para colaborar durante diez días. Nunca más pudo irse, incluso trajo a sus hijos.
Es kinesióloga, pero acá hay que hacer un poco de todo, es acompañarlos al médico, fijarte que estén bien, sentarte a tomar un mate con ellos, es una función más completa, no hay una tarea específica, describió.
E hizo hincapié en que siempre digo, desde la primera vez que vine, que esto es un pedacito de cielo, una vez que los conocés tu vida no vuelve a ser la misma y no los podés olvidar, cada uno es diferente, cada uno se comunica de una forma distinta, están los que hablan, los que a través de la mirada, como Andy, te dicen todo; Mati grita a veces, cuando está enojado, o sonríe; Tamara tiene una gran sonrisa, todos se comunican, todos tienen vida.
No es un trabajo, son parte de tu vida, no se puede separar, lo que les pasa a ellos te pasa a vos, es pelear o buscar como si fuesen tus propios hijos, desde lo emocional, fue mi modo de acompañarlos, sintiéndolos parte mía, detalló.
Son personas, antes de la discapacidad está la persona y como tal es igual a nosotros, después están las diferentes formas de manifestarse, cosas que van a poder hacer y otras que no, pero son muy ricos y es muy rico poder abrirse a esto, el problema no es de ellos, sino nuestro, de los que estamos del otro lado, que no aceptamos la diferencia, porque cada uno es diferente, hay rasgos que se notan más y la discapacidad se nota más, eso nos inhibe, se explayó y recomendó dejar a los niños que se acerquen, porque lo mejor que se puede hacer es que crezcan incorporando situaciones como ésta y, por sobre todo, ir con la verdad, no tener miedo.
Un año que se convirtió en una vida
Si bien el hogar Santa Teresa cumplirá próximamente 25 años, hace ya alrededor de treinta que José Alberto Cacho Jakubow está involucrado en esta causa. Cuando el padre Guillermo se hizo cargo de la parroquia Cristo Rey llegó un irlandés que hablaba inglés, que estudió siete meses de español en España y lo mandaron para acá, yo estaba involucrado con los jóvenes cuya misión era presentar al sacerdote ante comunidad, memoró.
Por entonces, el monseñor Carmelo Juan Giaquinta, en una misión al Samic observó que no había capellán, entonces pide al padre Guillermo que colabore con esta causa y él nota que cuando recorría un poquito más allá de las salas se encontraba con deambulantes, durmiendo en un banco con once años o con cincuenta, y por la cultura de donde viene no entiende cómo no están atendidas, decía que no podía dormir porque en Irlanda la persona con discapacidad tiene todo el Estado para su comodidad y acá ni comida, entonces se dedicó a buscar los recursos a través de las distintas gestiones, colaboradores, amigos y comunidades, se organizó una especie de primera comisión pro construcción de un centro para contener personas con discapacidad y el 7 de abril de 1992 se colocó la piedra fundacional para el día de mañana hacer algo en este espacio, donado por la Municipalidad, lugar elegido porque el hospital está a 500 metros y porque a quienes se iba a atender dependerían del nosocomio, añadió.
Obviamente había que tener el acompañamiento para quienes venían al hogar, en aquel momento estaba terminando el último año del colegio industrial y uno sabe que humanamente en algún momento la conciencia va a decir qué hiciste en quince años de vida, ochenta años de vida, porque la conciencia te va a pasar factura, entonces le dije dono un año de mi vida, pero me empantané, me quedé y ahora estoy cumpliendo 25 años de promoción del colegio industrial como maestro mayor de obras y 25 de estar involucrado en esta causa, confesó.
DONACIONES: Desde la fundación se recibe todo tipo de donaciones, el hogar Santa Teresa está en Villa Svea, en la calle Sagrado Corazón de Jesús 4213, pero es bueno recordar que hay gastos a los que sólo puede hacerse frente con efectivo, incluso cuestiones básicas, para lo que cuentan con una cuenta en el banco Macro, a nombre de la Fundación Cheshire Argentina de la Santisima Trinidad, número 4-002-0940056063-7; CBU 2850002-7 4009400560637-8
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