Así lo afirmó a PRIMERA EDICIÓN, la psicopedagoga Liliana González, para quien el amor y los límites son los dos elementos con los que se construye un niño. Habló también sobre la situación actual de la educación y la necesidad “de poner en pie” la escuela. En 2017 un fragmento de una de sus conferencias se viralizó a través de WhatsApp y, de ahí en adelante, Liliana González llenó su agenda de charlas y conferencias desde México hasta Tierra del Fuego para hablar sobre la infancia, la importancia del amor y los límites y sobre educación. Una de esas fechas era Posadas donde anoche, en el Auditórium del Instituto Montoya, habló sobre estos temas. En la previa visitó PRIMERA EDICIÓN para charlar sobre la importancia de brindar amor a los niños y poner límites así como la necesidad de cambiarle el sentido a la escuela.
Criar a un niño en esta época no es una tarea fácil, es más, se la podría calificar como una decisión hasta valiente. Sin embargo, frente a las dificultades de la actualidad, la receta parece ser sencilla: amor. Los chicos tienen que ser amados para sentirse valiosos y entender que la vida tiene sentido. Porque si son valiosos para una persona ellos sienten que valen, señaló González a este Diario. Incluso antes del límite está el amor, remarcó.
La psicopedagoga indicó que, en su consultorio, muchos padres le preguntan cuáles son las mejores penitencias. Yo cambiaría la pregunta a ¿cómo hago para mejorar los tiempos del amor? ¿cómo hago para que ese poco tiempo que tengo en casa sirva para que mis hijos se sientan elegidos, valiosos, amados?, señaló la profesional e indicó que cuando uno ama de verdad tiene tiempo para un hijo y no estoy diciendo que renunciemos a trabajar porque es imposible, sino que el poco tiempo que tengamos con nuestros hijos sea un tiempo gozoso, porque cuando uno ama de verdad, cría.
Además el amor y el límite son las caras de una misma moneda porque el que ama tiene que decir que no, dijo González y ejemplificó con que si fuera por el niño comería solo papafritas y chizitos, miraría televisión 14 horas por día, no se bañaría, no se cepillaría los dientes y uno, desde el amor, le dice que debe hacerlo por distintas razones. Estos son límites que ponen los padres diariamente, entonces ¿cuál es el problema hoy en día? Me parece que es más problema con el amor, con el tiempo que le dedicamos a los chicos.
En relación a esto, afirmó que el límite permite al niño identificar qué le corresponde y qué no. No poder poner límites tiene que ver con no aguantar el llanto de los chicos, reconoció la psicopedagoga porque es más fácil decir que sí. Decir no es todo un problema porque el chico no quiere que le digan que no, pero hay que decírselo. Ellos son puro principio de placer, los padres introducen el principio de la ley.
Y hay que hacerlo porque imaginen lo que sería un niño al que se le dice que sí a todo. Qué sería como adulto, no podrá anclar a la sociedad porque en qué trabajo te aplauden todo el día, te aumentan el sueldo todos los días, tenés los mejores gerentes, los mejores jefes, los mejores compañeros. La profesional remarcó que la vida es una de cal y una de arena, te felicitan, te sopapean (sic). Hay que estar preparados para el aplauso y para la frustración y eso hay que hacerlo desde chiquititos. En ese sentido remarcó que hoy en día hay una baja tolerancia a la frustración en los chicos y muy poca tolerancia de los padres a los caprichos, las rabietas, los llantos. Hoy, para que no sucedan, se les dice a todo que sí.
Establecer los límites se denomina función paterna y es la función de ley. González explicó que la puede desempeñar el papá, la mamá o la abuela que se queda a cargo de los chicos o quien sea, pero siempre bajo las directivas de los padres. Cuando dejan al niño con la abuela, en la guardería o con la empleada doméstica, deben quedar con las pautas que papá y mamá dan en relación al horario de merienda, a lo que se ve en la tele y demás. El que se queda cuidando debe hacer lo que papá y mamá dicen, indicó la profesional.
La importancia de la escuela
González también analizó la situación que atraviesa la institución escolar: los chicos aburridos, los docentes impotentes dentro de tanto aburrimiento, la violencia y qué mal le hace a los chicos el divorcio familia-escuela, es decir aquellas familias que eligen la escuela y después la critican. Es casi un divorcio conyugal, remarcó.
La escuela también debe readecuarse a esta época e integrarse en una realidad hipertecnologizada. La tecnología nos pasó por arriba y la escuela quedó como descolocada, consideró González, pero descolocada, por momentos antigua y con muchas ganas de cambiar creo que es una institución que tenemos que defender y ponerla de pie porque es la única que le queda a los chicos para que alguien los enamore de la lectura, del conocimiento, de la investigación, del pensamiento crítico. Papá y mamá están muy ocupados, no tienen tiempo.
En relación a esto la psicopedagoga remarcó que los chicos han dejado de leer y los padres de contar cuentos porque llegan agotados. Les queda más cómodo el celular y así los chicos llegan a la escuela con una pobreza lingüística, imaginativa y creativa. Entonces qué mejor que la escuela para hacer estallar esos corazones y esas mentes en cosas creativas. Los niños son los de siempre, lo único que ha cambiado es la sociedad que los espera.
Yo creo que entre todos tenemos que cambiarle el sentido a la escuela, consideró González y llamó a no esperar que los que están arriba diseñen las políticas educativas sino que mientras tanto cada docente se convenza que cuando entra al aula puede cambiar un destino. Esta fue una premisa que la profesional tuvo siempre en claro en su labor como docente. Es un desafío cotidiano el aburrimiento de los chicos. Para finalizar opinó que es una deuda terrible que los chicos vayan a la escuela sin saber a qué van, sin encontrarle sentido pero la masa está, me parece que están faltando los artesanos.
Algo de su trayectoria
Liliana González, oriunda de Córdoba, no solo brinda atención en su consultorio y realiza talleres para padres y maestros, sino que también comparte sus conocimientos y experiencias a través los medios de comunicación desde hace 21 años. Además, es autora de 9 libros sobre psicopedagogía, educación y orientación familiar; y ha dado conferencias en distintos puntos del país. En 2017 logró el reconocimiento a nivel nacional cuando se viralizó el video de una de sus conferencias.
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