Los hermanos Gordo (37) y Vando (32) estaban detenidos en comisarías de Oberá. En las últimas semanas habían recibido numerosas visitas de personas que decían ser familiares. Se encuentran bajo custodia especial. Una serie de visitas sospechosas, junto a información clave de inteligencia, definió el destino de los tres asaltabancos brasileros buscados en su país por al menos 45 hechos. Arrestados en El?Soberbio, donde se ocultaban, y desde entonces presos en distintas comisarías de Oberá, en los últimos días las autoridades resolvieron su inmediato traslado a una unidad del Servicio Penitenciario Provincial, en Posadas.
Se trató de una medida de prevención, pero también de reacción, ante información que indicaba que existía la posibilidad de un intento de rescate por parte de cómplices venidos desde el otro lado del río Uruguay para orquestar y forzar la liberación, según pudo confirmar PRIMERA EDICIÓN mediante fuentes de la investigación.
El traslado de los hermanos Gordo (37) y Vando (32), junto a la pareja de uno de ellos, se llevó a cabo bajo total hermetismo, de manera de evitar que ese rescate se realizara en plena ruta. Fue días atrás y ante un importante operativo de seguridad de diferentes unidades de la Policía provincial.
Desde su aprehensión, el miércoles 29 de noviembre de 2017, los tres habían permanecido tras las rejas en distintas comisarías de Oberá a la espera de que finalicen los trámites de extradición, algo aún en proceso.
Semanas atrás comenzó a llamar la atención entre quienes los custodiaban una serie de visitas de supuestos familiares. Esa información, sumada a la presencia sospechosa de personas con acento brasilero en las inmediaciones, fue la que definió el traslado inmediato y espontáneo de los acusados.
Los tres se encuentran ahora en un complejo del SPP de la capital provincial. Por razones de seguridad, no trascendieron mayores informaciones, salvo que permanecen custodiados las 24 horas por un equipo del Grupo de Intervención Especial Penitenciaria (GIEP) de la mencionada fuerza. Las visitas de los familiares no volvieron a repetirse en Posadas.
El temor de las autoridades no se apoya solo en los sucesos registrados el último mes, si no también en información proveniente de Brasil que confirma que el trío forma parte de una gavilla de proporciones, verdaderos pesos pesados, con acceso a explosivos y armas de guerra, poder de fuego suficiente para al menos intentar un rescate.
Prueba de aquello es el arsenal que fue secuestrado por efectivos de la Unidad Regional VIII en Paraje El Botón, a 32 kilómetros de El Soberbio, alrededor de las 11.30 del 29 de noviembre último. En una casa de madera, donde el trío vivía y perjuraba dedicarse al campo, encontraron un arma calibre 5.56 capaz de disparar 600 proyectiles por minuto, una pistola automática Taurus con tres cargadores y un rifle, 54 proyectiles de ese calibre y 141 correspondientes al fusil, además de un pan de explosivo.
En ese mismo lugar fueron detenidos tanto los hermanos como la mujer. Apenas fueron identificados se descubrió que eran buscados por la Justicia de Brasil, que los acusa por al menos de 45 episodios delictivos ligados al robo de entidades bancarias.
Sobre las espaldas de los hermanos pesa una seguidilla interminable de asaltos y explosiones en cajeros automáticos. Los últimos datos que se tienen sobre su accionar en Brasil datan del miércoles 20 de septiembre de 2017, cuando alrededor de las 1.30 dinamitaron un cajero de Tabaí, a 70 kilómetros de Porto Alegre.
Los hermanos actuaron junto a dos cómplices. Jamás imaginaron que las cámaras de seguridad de la entidad registrarían la Renault Duster blanca en la que se movían. Así llegaron las autoridades brasileras a ellos, alrededor de las 18 del sábado 30 de septiembre, es decir, diez días después del robo.
Al igual que cuando fueron sorprendidos por la Policía provincial, el dúo se ocultaba en una zona de campo de Veranópolis, a 131 kilómetros de Tabaí, donde robaron. Al verse sorprendidos por la Policía, escaparon a los tiros y se perdieron en la vegetación de la zona.
Nunca más se supo de ellos hasta que cayeron en Misiones. Habían recorrido 442 kilómetros y cruzado la frontera para evitar lo que finalmente no pudieron: ser detenidos y enfrentar a la Justicia.
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