Hoy se inicia formalmente el ciclo lectivo 2018 en las escuelas misioneras, con un acto oficial en la localidad de Itacaruaré. Pero, muy probablemente en algunas aulas, ese comienzo no se dé de la manera más normal.
Vuelve a darse un inicio de clases conflictivo con los trabajadores de la educación, tras la abrupta firma de la paritaria salarial entre el Gobierno, la oficialista UDPM y SIDEPP. Nuevamente, el Ministerio y el Consejo de Educación no han podido manejar políticamente (entiéndase en materia de gestión, no partidaria) la relación con los sectores sindicales más duros que existen en la provincia.
Prefirieron transitar el camino más fácil, sabiendo que la titular del gremio mayoritario en Misiones, Stella Maris Leverberg a quien se la ve como la verdadera conductora de la políticas educativas en las sombras; respondería al pedido de inicio con escuelas abiertas.
No es el primer año que la gestión educativa no logra acercarse al Frente Gremial (UDNAM, SEMAB, entre otros), a la UDA que siempre participó de la Mesa de Diálogo al igual que SADOP y AMET. Si se mira este panorama, quienes manejan la educación misionera rompieron las buenas relaciones con más de la mitad de las representaciones sindicales que hay en Misiones.
El resultado de esa ruptura, ya que no quieren reabrir las negociaciones como lo expresó la ministra Ivonne Aquino, se verá en las escuelas, en las aulas mirando si los docentes se presentaron a trabajar o adhirieron a la huelga.
Más allá de medir fuerzas entre gremios, y entre gremios y Gobierno, lo importante y sano para una gestión en democracia debería ser la constante habilitación de un espacio de diálogo aun cuando no haya acuerdos sobre determinados puntos. El Gobierno Educativo no lo entendió, hasta ahora, de esa manera. En conflicto, siempre pierden los alumnos que quedan en el medio.
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