H ola queridos amigos! La semana pasada mencioné el El mito de la caverna, que es una parte extraída de: “La República, de Platón, por su analogía, con el inicio del libro: Los cuatro acuerdos, del Dr. Ruiz, en cuanto a como ambos tratan de darnos la misma imagen figurada, del estado de ignorancia en que se mantiene la naturaleza humana.
Y dice Sócrates a Glauco: “Es como si los hombres estuvieran encerrados en una caverna de espaldas a una gran entrada de luz. Pero ellos están presos, inmovilizados durante toda su vida, de tal manera que ni siquiera pueden dar vuelta la cabeza y solo ven las sombras que un fuego proyecta sobre un muro.
Suponiendo que ellas pudiesen conversar y viéndose ellos imposibilitados a ver otra cosa más que las sombras, no creerían que hubiese nada real y verdadero fuera de las figuras que desfilan allí.
¿Qué ocurriría -dice Sócrates- si uno de ellos se liberara de las cadenas, del error en que estaba? Imaginemos que se vea obligado a levantarse y volver la cabeza hacia la luz. Seguramente la luz lo enceguecería produciéndole dolor y en su gran confusión se persuadiría de que lo que antes veía era más real.
Figúrate ahora que lo sacasen de allí haciéndolo subir por un camino escarpado, liberándolo afuera a plena luz del sol. Es de creer que daría gritos de lamento y bramaría de cólera.
Al principio nada vería, precisaría de algún tiempo hasta que se hiciera la claridad en las regiones superiores. Primeramente solo discerniría las sombras, después las imágenes de hombres y otros seres; finalmente elevando los ojos a la luz de las estrellas contemplaría los astros y luego estaría listo para ver el sol, primero reflejado en el agua y en los objetos después en sí mismo. Reflexionando sobre la naturaleza de ese astro comprendería que es el que produce las estaciones y el año y es el que gobierna todo el mundo visible.
Recordando la esclavitud en que quedaron sus compañeros decidiría volver a la caverna a hacerles entender todo esto, quienes al escucharlo se mofarían de él y no querrían hacer el esfuerzo que él había hecho y merecería ser agarrado y muerto.
Y digo yo: ¿estaba Sócrates profetizando lo que luego hicieron los hombre esclavos con Jesús, quien les decía que la verdad los haría libres, lo que también hicieron con Pitágoras y aun con él mismo? Y con todo aquel que quiso sacarlos de la caverna como luego a Galileo cuando pretendió sacarlos del error.
Ahora te diré, mi querido Glauco -concluye Sócrates- que la caverna es el mundo visible. El fuego que los ilumina es la luz del sol. El cautivo que sube a las regiones superiores y contempla es el alma que se eleva del mundo tangible.
En los extremos límites del mundo tangible está la idea del bien, la cual solo con mucho esfuerzo se puede conocer. Una vez conocida se impone a la razón como causa universal de todo lo que es bello y bueno, creadora de luz y del sol en el mundo visible, autora de la inteligencia y de la verdad en el mundo invisible.
Vemos cómo Sócrates califica a lo que nosotros llamamos Dios, como la idea del bien. Siguiendo esta línea de deducción puedo decir que para él era una Divina Mente, la creadora de todo lo creado o sea que nosotros, como parte de su creación, somos una idea de Dios. Si una idea es nuestra esencia, es por lógica con la misma esencia que nos contactactaremos con Dios para lo cual debemos conocer la idea, conocer la belleza y la bondad de Esa Idea, o sea, conocer a Dios. (De aquí el nombre de Gnosis, que en griego significa conocimiento, que recibió el movimiento de los primeros seguidores de Jesús). Una vez que conozco a Dios, la idea de lo bello y lo bueno se impone a la razón, a todo argumento con que nuestro intelecto quiera interferir con sus dudas, he allí cuando obtenemos la certeza de saber quienes somos, que al realizar el hecho de ser de su misma esencia, queda implícita nuestra divinidad.
Vemos con esta deducción además que, la conciencia es nuestra parte divina y que por mucho tiempo ha permanecido en la ignorancia más perversa de saber Quiénes somos.
Esta ignorancia siempre ha llevado al hombre a reaccionar con violencia ante cualquiera que quisiera hacerlo salir del error y llegado es hoy el momento en que nuestras conciencias se están elevando, como dije en la entrega anterior y ya no solo no reaccionamos de esa manera sino que buscamos nutrirnos de estos nuevos conocimientos, que en realidad no son nuevos, están todos dentro nuestro, por eso al escucharlos, el eco de verdad que ellos encierran resuena en nuestro interior elevando nuestra vibración, impulsándonos a actuar con bondad y belleza, acercándonos día a día a la vibración necesaria para hacer ese salto de conciencia, ese salto dimensional, al acercarnos a la perfección de Ser.
Por esto, el tratar de ser perfectos en palabras y obras es ya una obligación hacia la raza humana, a la cual irradiaremos con nuestro ejemplo, hacia el mundo, hacia el Universo, hacia Dios.
Colabora
Graciela
del Carmen
Zaimakis de Abraham
Escritora
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