Ramón Sequeira decidió hacer lo que la burocracia y la inexistencia de los organismos estatales ni se preocuparon siquiera en proyectar: dotar a la Reserva Yabotí de una escuela para que la educación llegue a la población guaraní con idioma bilingüe.
¿Cómo lo intenta hacer? Con sus manos y su dinero, haciendo él mismo la obra e invirtiendo lo que puede por el bien de la comunidad. Y no solo el edificio escolar es parte de este sueño que Sequeira y los caciques de las comunidades tienen para las generaciones futuras. También pensaron en una casa para cada uno de dos maestros (uno aborigen y otro que sea designado por el Consejo de Educación) con lo cual puedan vivir en la semana en la Reserva sin necesidad de transitar grandes extensiones cotidianamente.
Hay 32 chicos de tres a 14 años que nunca fueron a una escuela, por vivir completamente alejados del edificio escolar más cercano.
Hacen falta manos solidarias para ayudar a Ramón Sequeira que está levantando paredes, poniendo techo a una escuela que hará realidad el deseo de recibir educación para niños y por qué no adultos. Porque la crisis también golpeó a Sequeira que no puede seguir poniendo de su bolsillo los 150 mil pesos que restan para completar las obras.
Después, vendrá una lucha comunitaria con final indefinido: que el Gobierno Educativo reconozca al establecimiento, le pague a los docentes y mantenga los servicios mínimos para su funcionamiento. Cosa que, hasta ayer, no había hecho.
Sequeira y las comunidades del Yabotí merecen cumplir su sueño de más educación para todos los que allí conviven. Del Estado provincial y nacional y los aportes particulares privados que aparezcan, dependerá.
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