La vieja e inhumana práctica de llevar humanos de manera inhumana no es vieja, sino actual y en alza. Y se pueden ver en las rutas misioneras.Entre la rica cultura misionera subyace y trasciende épocas la figura del mensú, un incansable obrero especializado en la yerba mate que abundaba estas tierras allá por principios del 1900.
Su nombre es un apelativo del término mensual, tiempo por el cual era contratado para su labor no exenta de peligros y abusos en tiempos en los que las injusticias carecían de visibilidad.
Pero los tiempos cambiaron y los abusos hoy se ven. Sin embargo lo que parece no haber cambiado son los peligros para el humilde trabajador rural.
De tanto en tanto las injusticias, los riesgos y la falta de humanidad dejan verse entre las líneas del factor económico que engulle personas como si fueran partículas de aire.
Sucedió en junio de 2013, cuando ocho inocentes pagaron con sus vidas la desidia y la total carencia de escrúpulos de ciertos empresarios. El camión que los trasladaba como ganado se quedó sin frenos.
La solución en ese entonces surgió del Gobierno misionero que adquirió colectivos usados y se los vendió a las empresas yerbateras y a los cuadrilleros para que los tareferos fueran transportados en condiciones dignas.
Se cerraba recién ahí aquella época de principios del 1900, cuando las injusticias contra los peones de la yerba mate carecían de visibilidad. Pero los tiempos se acortan vertiginosamente y no habrá que esperar décadas para que el tarefero se vuelva mensú.
Y es así porque aquellas unidades de transporte que recibieron los empresarios para trasladar a sus trabajadores siguen siendo las mismas y al mismo tiempo son menos. Y porque sobre las ponchadas de yerba que transportan muchos de los camiones vuelven a aparecer rostros rajados y quemados por el sol, tal y como los de aquel fatídico junio de 2013.
La vieja e inhumana práctica de llevar humanos de manera inhumana no es vieja, sino actual y en alza.
Pero la visibilidad del problema también está en alza y con ella deberán llegar soluciones, ya sea por la vía de la responsabilidad y el criterio empresarial, o bien por la vía del castigo.
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