Apasionada por los fierros desde niña, Leticia representó al género en la Copa Fiat del Campeonato Misionero 2017. Sus anécdotas y dificultades en el mundo del automovilismo donde, además, encontró el amor.Es una de las pocas mujeres que se animó a participar en la Copa Fiat del Campeonato Misionero. Su coche, un Fiat Uno rojo, lleva su sello: Lety, una verdadera leona a la hora de medirse sobre una pista, a 165 km/h. No solo eso, también compite en el karting categoría Copa Damas y Estándar.
Ligada al mundo del automovilismo desde hace veinte años, su pasión nació cuando era una niña: el ruido del motor, la velocidad y la adrenalina son la felicidad para Leticia.
La morena contó que su primera experiencia como piloto fue a los 15 años cuando se inscribió en el automovilismo Copa Damas, a nivel nacional. Todavía recuerda cuando realizó las pruebas para competir en aquella carrera, sus sueños parecían marchar sobre esas cuatro ruedas. Pero no lo logró, su familia se opuso ante la idea de una piloto de carreras en la familia. Su madre se asustó y al final no me dejaron competir.
Con el paso de los años, fue creciendo esa idea de pisar el acelerador en las pistas. Nunca se olvidó de los sueños de niña y de su curiosidad infinita por alcanzar el volante y pilotear la libertad.
En esa búsqueda, el automovilismo no solo le dio una pasión, también allí encontró el amor. Es que Leticia, desde hace diecinueve años, está en pareja con Carlos Indio Mantilla, múltiple campeón del automovilismo Misionero.
Al comienzo de la relación me dediqué a acompañarlo a él y las carreras siempre fueron el centro de atención en nuestras vidas.
Hasta que finalmente se decidió a correr. Fue en el 2016 cuando compitió en karting categoría Copa Damas: fue tercera en el campeonato, logró podio en ocho de las diez fechas y seis pole position.
Al año siguiente se animó a más y corrió en la Copa Fiat donde se presentaron doce pilotos. Ella fue la única mujer y terminó séptima en las dos finales.
Esa experiencia quedó como una de las mayores satisfacciones en su vida, junto a la de navegante o copiloto de Rally en 1999.
Más allá de los resultados, para Leticia lo importante es disfrutar de cada carrera. Sobre todo ahora, que puede hacer lo que más le gusta en la vida y siempre que tengo la oportunidad participo. No se puede dejar de hacer lo que te gusta y por eso trato de compensar mis tiempos con los del trabajo, sin descuidar mis sueños.
Por eso no pisa el freno. Al contrario, ahora acelera mucho más y redobla la apuesta: hoy correrá nuevamente en la clase Estándar del Campeonato Misionero, en Posadas.
Nos contó que se trata de una categoría abierta en la que compiten tanto hombres como mujeres y exige un nivel más competitivo en cuanto a la preparación de los pilotos.
En total se presentan 32 conductores: Lo difícil es poder estar entre los diez primeros.
Entrenamiento y preparación
Ser piloto de karting no es algo improvisado, de hecho demanda mucho entrenamiento físico. Y para cumplir con las exigencias Leticia hace spinning, que es un ejercicio aeróbico y de piernas principalmente, tres veces por semana. El resto de los días sale a trotar y correr.
Incluso, entre risas, confiesa que el estado físico me costó mucho. Es que si no estás entrenada se te hace difícil terminar una carrera. El karting exige mucho estado físico.
De la mano del entrenamiento viene la preparación con la máquina. En este sentido nos contó que para esta competencia se ejercitó durante todo febrero y lo que va de marzo, cada fin de semana.
Confiesa que en este momento estamos con todo para estar a tiempo con el Fiat Uno.
Para Leticia el automovilismo es la fiel expresión de la felicidad. Porque a veces uno se pasa la vida tratando de entender qué es la felicidad y cuando me subo al auto y me bajo la visera sé que esa es mi felicidad.
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