El militante por la diversidad sexual Jorge Victor Ríos puso en perspectiva la realidad que viven las mujeres y las mujeres trans, que son las más vulnerables de la sociedad.
Las manifestaciones del #8M, masivas a escala mundial, tuvieron también en la ciudad capital un impacto sin precedentes y continúan generando espacios de debate para interpretar sus acciones y mensajes.
Las organizaciones y actores independientes nucleados en la Coordinadora de Trabajadorxs Mujeres, Trans, Travestis, Lesbianas, Bisexuales, Intersexuales, Pansexuales y Queers volcaron, en una jornada de júbilo, consignas y pronunciamientos para seguir poniendo en agenda la lucha contra la desigualdad de género y la violencia, entre otros reclamos históricos.
Fue en ese contexto que PRIMERA EDICIÓN se puso en contacto con militantes feministas y de la diversidad sexual, quienes brindaron sus perspectivas e interpretaciones del contenido de la fecha.
Uno de los invitados al debate fue el militante por la diversidad sexual, Jorge Victor Ríos, cuya postura fue la de solicitar que su entrevista no se publique en el Día de la Mujer, porque aunque yo sea un militante, sigo siendo un varón con todos los privilegios que eso implica. Entonces, como la consigna principal es escuchar a las mujeres, de eso se trata: de las mujeres, no voy a avanzar sobre su protagonismo, argumentó.
Por esa misma razón, Jorge, lo mismo que un importante grupo de varones, tampoco fue a la marcha para no quitar el lugar que es de las mujeres, contó.
Los varones no podemos hablar por una mujer. Podemos empatizar, acompañar, entender desde lo racional, pero no hemos sufrido ni sufrimos todos los días lo que ellas pasan, y eso es así por el solo hecho de ser varones, enfatizó el militante. Para aprovechar esa charla, a continuación se transcriben algunos tramos.
Complicidad machista
Cuesta mucho traicionar la complicidad machista porque la condena de los varones es tremenda. Ahí es cuando vemos cómo todo el sistema puede funcionar porque, de una manera u otra, todos somos soldados del patriarcado en un punto, y no nos damos cuenta. La clave es escuchar a las feministas siempre, y tratar de entender -de verdad- qué reclaman y qué denuncian más allá de las formas.
Alguna gente no comparte las formas de protesta, y ésta es percibida como violenta, extrema, pero en realidad es el último recurso que tienen para decir basta, no nos maten más.
Los cambios y no tantos
Pensar, cinco o diez años hacia atrás, a la ciudad de Posadas hace que nos vayamos dando cuenta de la dimensión temporal que tuvieron algunas luchas. Hoy asistimos a estos cambios y los concebimos como algo justo, y de hecho fuimos desechando lo otro, porque caímos en cuenta que no lo era.
Ejemplificó Ríos: Empiezan a aparecer, especialmente, audiovisuales de cómo era la televisión en otros tiempos y nos decimos ésto hoy no se aceptaría. Con esos registros históricos uno va tomando conciencia y se va interpelando ¿cómo dejábamos que esto pasara y nos reíamos? Antes aceptábamos que una mujer deba tener relaciones sexuales con su pareja, aunque no lo deseara, importaba lo que el hombre decidiera. Y así, las otras cuestiones van variando en nivel de gravedad.
El problema con estas cosas es que son invisibles, entonces el primer paso es hacer que sea evidente, por eso se insiste en visibilizar.
Disciplinamiento
Si nos detenemos a mirar las cifras de los femicidios, pese a todas las acciones que se llevan a cabo para hacer visible la violencia de género, parece que sigue habiendo igual o mayor número de asesinatos de mujeres a manos de varones. Son disciplinamientos. Así lo vemos los militantes de la diversidad sexual. Lo mismo pasa con las cuestiones de la identidad de género y la orientación sexual.
Cuando matan a una mujer, un trans o un gay, son crímenes disciplinatorios. Ahí se evidencia en extremo la necesidad de cada uno de nosotros de obedecer la norma hétero y hacerla cumplir de esta manera. Si no cuadrás en el sistema heteropatriarcal, requerís disciplinamiento, enfatizó.
Identidades de género e identidades feminizadas
Acá hace falta visibilizar otra dimensión que tiene el patriarcado: para que el hombre pueda someter a la mujer, tienen que haber solamente dos identidades de género que estén polarizadas, donde una someta a la otra. Para que eso ocurra, es necesaria la heterosexualidad obligatoria. La cuestión de la diversidad sexual se invisibiliza y se castiga, porque para sostener esta matriz solo se necesita tener dos identidades de género, es decir, heterosexualidad, para que no se ponga en crisis a este sistema.
Si en una sociedad se empieza a tolerar más de dos identidades de género, se pone al sistema en crisis, aunque eso sea negar la naturaleza humana, negar que los humanos tenemos diversidad sexual y de género. Ahí nos damos cuenta cómo la lucha es la misma, pero que por supuesto, lo que peor lo sufren son las identidades feminizadas.
Lo primero que se mata es la existencia social
El militante Jorge Ríos también analizó otros tipos de violencia, que no dejan marcas como las físicas, pero que matan, dijo.
Invisibilizar es una forma de violencia simbólica porque es nada menos que matar la existencia social, y con eso ¿qué derechos podés exigir si directamente no existís? Se lo ve muy claramente en el caso de las mujeres trans, que no solo se las mata como crímenes de odio, sino que todo el sistema las excluye. Entonces, laboralmente a muchas no les queda otra que prostituirse, y eso lleva a una serie de situaciones que vulneran su seguridad y salud. A su vez, cuando quieren acudir al sistema de salud pública, son discriminadas. Ni hablemos que no pueden ocupar lugares de protagonismo social, de poder, indicó.
Todo es parte del mismo sistema para hacer que funcione, que también está conectado al sistema económico y productivo. Hay intereses y por eso es tan fuerte la necesidad de mantener el sistema como es, con todas sus injusticias.
Las mujeres trans tienen una expectativa de vida de hasta 35 años, según un sondeo del cual participaron varias entidades como la Fundación Huésped y La Asociación Argentina de Travestis y Trans, entre otras, las cuales hicieron mucho para que se ponga de manifiesto la realidad que viven las personas trans y en particular las mujeres trans, que son las más vulnerables, insistió.
En cuanto a su visión sobre el feminismo y el aborto legal, uno de los grandes debates del #8M, Jorge Ríos evaluó: Es un movimiento súper poderoso que sorprende, porque se enfrenta a un monstruo, que es este sistema patriarcal, y con logros tremendos y a la vez desafíos, que es la legalización en nuestro país del aborto seguro y gratuito.
Uno se sorprende de los logros, por un lado, y de lo que queda por hacer, que hace que nos preguntemos por qué todavía no hemos logrado algunas cosas. De todas maneras, en relativamente poco tiempo, el feminismo logró mucho aun siendo un movimiento que está en una revolución pacífica.
En este caso a pesar de toda la agresión, léase femicidio en el caso más extremo que toca soportar, el movimiento feminista es pacífico y está logrando cosas increíbles. Al mismo tiempo, se encuentra con resistencias que al día de hoy persisten, como esto de que el aborto sigue siendo ilegal en Argentina, finalizó el militante.
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