San Vicente cuenta con un bellísimo abanico de opciones para disfrutar de todas las bondades del paisaje de la provincia.Sobre el planalto misionero, rodeada de vegetación, saltos y arroyos, San Vicente se convierte en un lugar ideal para disfrutar y descansar.
Muchas de las caídas de agua de esta región son reconocidas porque sus bellezas y magnitudes fueron descriptas con fotos, imágenes, textos y relatos en distintos medios de comunicación, con gran difusión.
Algunas están muy cerca, otros más lejos de la ciudad y con mejor o peor accesibilidad. El salto Los siete pisos, por ejemplo, se ganó su reconocimiento por la cercanía al ejido urbano.
A solo 1.500 metros del centro, detrás del barrio Hermoso hay una propiedad privada y un camino que rompe la estructura del monte y que lleva a las siete caídas.
Sus aguas cristalinas invitan a los visitantes a calmar el calor dándose un duchazo en el chorro que cae por las piedras y acantilados.
Sin dudas fue el lugar más visitado en este verano por los lugareños y los turistas. La fácil accesibilidad permite a cualquier persona llegar hasta el arroyo y hasta al menos un escalón de los siete que lo conforman.
Con más de sesenta metros, cada una de las caídas tiene una forma y un atractivo únicos a la vista, imposible negarse a mojar por lo menos los pies.
Además, es un rincón propicio para una terapia de tranquilidad, sentarse en una piedra, escuchar el sonido del agua que golpea y sentir el vapor que se pega en la cara, en el pelo y en el cuerpo… no tiene precio.
Otro mágico rincón
El salto Golondrina, a 18 kilómetros de San Vicente, es otro espacio para disfrutar. Lleva el nombre por la gran cantidad de estas avecitas que se posan sobre los árboles, tiñendo de un brillante negro el característico verde que expone la flora de esta región durante la primavera.
Su caída de agua es una ancha cortina blanca que va tomando la forma irregular del paredón por el cual se desliza.
Al pie de los doce metros de altura, el impacto del líquido produce una bruma que se disipa en el tranquilo remanso que lo recibe. Es un paseo imperdible para disfrutar de la naturaleza con absolutamente todos los sentidos.
Un poco más cerca, a quince kilómetros de la ciudad, donde la naturaleza ya se expresa en todo su esplendor, el salto Rosa Mística sorprende con su recorrido por las rocas para dar paso a una fina caída que se despega del paredón paralelo, para nuevamente acariciar las formaciones rocosas que encuentra en su último tramo.
Claro que si se pasa por San Vicente no puede dejar de visitarse el salto Los Cedros.
Los cuarenta metros de altura de los que se caer regalan a la vista finos hilos de agua que van recorriendo lentamente el desnivelado paredón que guía su curso vestido de flora autóctona con diversas tonalidades verdosas.
Aunque esta es una mínima porción de lo mucho que ofrece este municipio del departamento Guaraní, donde existen emprendimientos turísticos que contemplan los gustos de todos, grandes y chicos, pues a los hospedajes en la ciudad se suman a proyectos de agroturismo y gran cantidad de campings que permiten estar en contacto directo con las cascadas o en bellísimas piscinas, para quienes las prefieran.
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