Pueblo Illia es la tierra que Ivonne Pierron escogió y por la que trabajó incansablemente.Pasaron ya 45 años desde que Esbildi Espíndola arrastró a su esposo Rodolfo Pico Antúnez a este paraíso escondido en el municipio de Dos de Mayo, el que también eligió Ivonne Pierron para pasar sus últimos días, donde la escuela le abriría las puertas a la docencia, vocación que llevó y lleva, aunque jubilada ya, en cada gesto, en cada palabra.
Desde entonces, como muchos otros, aguardan con ansias el avance, que en algunas oportunidades pareció tan cerca y en otras, como ahora, tan lejos y que no es más que los 18 kilómetros de asfalto que los conecte a la ruta nacional 14.
Estamos desde el 73 y para mí era hermoso, aseguró Espíndola y recordó que Ivonne llegó en 1987 y fue gracias a ella que lograron muchos objetivos, el bachillerato, la biblioteca, el CAPS, el Centro de Integración Comunitario, el albergue, fundamentales para hacer frente a cuestiones fundamentales, como la salud y la educación.
Ivonne estuvo misionando durante mucho tiempo, uniendo familias y atrayendo a la gente nuevamente a la iglesia, después vino la fundación del colegio, el ciclo básico, y se vio que muchos chicos no tenían donde quedarse, entonces buscó la creación del albergue, fue cuando se plantó confió y añadió que vivía con los chicos, al principio era una ñanderoga, una casita de madera, después se fue levantando la construcción que tenemos ahora, y cuando quería descansar venía a casa o a la de un vecino y se quedaba unos días o durante la noche.
Y aunque ella ya no está, este alojamiento estudiantil continúa cobijando a los chicos que llegan desde lejos, Dos de Mayo, San Pedro, Fracrán, Montecarlo
a estudiar, donde están al cuidado de una pareja de preceptores, exalumnos de la hermana, a quienes ella preparó, les enseñó cómo tratar con los chicos, con los padres e, incluso, cómo manejar algunas situaciones que pueden presentarse cuando se manejan grupos importantes de adolescentes.
Tierra pisada por grandes figuras de la historia
Pueblo Illia es uno de los pocos pueblos cuya fundación se retrató en diarios de la época, allá por 1983, pues contó con la presencia del entonces presidente, Raúl Alfonsín y una hija del exmandatario argentino, reconocido por sus correligionarios como un político ejemplar, por su honestidad y personalidad incorruptible, quien tuvo una sola casa, sencilla y adusta, que fue el único bien inmueble con que se retiró de sus funciones y que le fue donada.
La alegría de tamaño acontecimiento alimentó también la esperanza de un acceso asfaltado. Esto tendría que estar hace muchos años ya, si salió el proyecto, si vino el dinero, si alguna empresa ganó o no la licitación, eso no se sabe, pero que hubo muchos planes es cierto; hace treinta años más o menos Vialidad Nacional ya entraba a tomar medidas porque ya se concretaba la obra, y luego, nada, contó Antúnez.
Y, con un poco de humor, la mejor forma de sobrellevar la situación, subrayó que tuvimos épocas que el camino no podía transitarse, entonces ahora está muy bien.
Obviamente que una ruta en buenas condiciones significa mucho más que entrar y salir del pueblo con comodidad, implicaría mejoras en la comunicación, conectaría con la ruta costera 2, la posibilidad del ingreso de proveedores, de servicios y, por supuesto, una gran ayuda para el traslado de la importante producción agraria de la zona.
Si hay asfalto vamos a crecer como locos, no queremos nada, solo eso, si estás en la chacra, la colonia, tenés que tener tu chanchito, tu gallina, tus cosas, ahora hay todo, hay que trabajar, conseguís ayuda para los proyectos que quieras hacer, solo necesitamos la ruta, sostuvo.
Más que estar lejos…
Para quienes encuentran en la paz de los pueblos chicos un lugar ideal, Pueblo Illia es un oasis. Es que pareciera poseer la infraestructura justa, una comisaría, un centro de atención primaria de la salud; pero lamentablemente la realidad dice otra cosa y, si bien los edificios no están vacíos, no es lo que debería ser.
No tenemos ambulancia, vino una, igual que un móvil policial nuevo, que llegó nuevo para la comisaría cuando todavía era destacamento, pero pasó como con todo, sale detrás de los políticos cuando se fueron tras el acto protocolar y se queda en Dos de Mayo, aseguraron los vecinos.
En cuanto al personal policial, manifestaron que es permanente, pero no el comisario, no está nunca, tenemos un patrullero que vive en el taller; durante un tiempo teníamos un médico, que llegó castigado, ahora viaja uno para consulta una o dos veces por semana, atiende a doce personas y se va, cuando en Illia tenemos 2.500 votantes.
Y aunque la fe siempre está, los lugareños se muestran recelosos, las promesas ya no se viven con la misma emoción de hace casi cuatro décadas. Es que, aunque es muy triste reconocerlo, entienden que les negaron el progreso.
Pioneros
Teníamos que ir a Dos de Mayo o San Vicente para buscar carne, no había luz, no teníamos heladera y solo podíamos traer para el día; el agua había que sacarla del pozo con roldana; alumbrarnos con faroles, fueron tiempos difíciles, pero con trabajo se sale adelante, dijo Espíndola.
Comprábamos una revista y la compartíamos con todas las maestras, trabajamos, criamos a nuestros hijos, los fines de semana se hacían asados, nos ayudamos entre todos, la docencia no era una salida laboral, era una vocación, recordó Espíndola y confesó que él (por su esposo) quería volver y yo no, acá está nuestro lugar.
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