Owen Guillermo Crippa, excombatiente de Malvinas, lucha para que se conozca la verdad sobre la guerra. Confía en que algún día se esclarezcan los motivos por los que se decidió tomar las islas. El 21 de mayo de 1982, el aviador naval Owen Guillermo Crippa, enviado a un vuelo de reconocimiento sobre el Estrecho de San Carlos a bordo de un avión de entrenamiento, arremetió en solitario contra toda la flota inglesa y causó daños a una de sus fragatas. Luego, bajo fuego enemigo, volvió a volar entre los buques británicos y memorizó su posición para informar a su regreso, con vistas a un eventual ataque.
Ahora, casi 36 años después y a los 67 de vida, Crippa no lo considera un acto heroico: Hice lo que tenía que hacer, remarca ante PRIMERA EDICIÓN. De hecho, considera que nuestro país no necesita héroes ni superhombres, necesita personas normales pero comprometidas en hacer ni más ni menos que lo que les corresponde hacer, en todos los aspectos de la sociedad.
Justo el día que los familiares de soldados fallecidos en las islas llegaban a visitar a los suyos en el cementerio de Darwin, Crippa desembarcó en Posadas con una misión: Dar difusión para revertir todo lo que se ha mentido sobre Malvinas y recuperar valores que jamás debimos resignar.
En este caso lo hizo a través de una charla a salón repleto en el Liceo Naval Almirante Storni, en la que estuvieron presentes otros veteranos de Malvinas, representantes de fuerzas de seguridad, autoridades de la institución anfitriona, el ministro de Gobierno, Marcelo Pérez, y otros funcionarios provinciales y nacionales.
Ante ellos, tras un repaso histórico desde la toma de las islas por los ingleses en 1833 y de convocar a revisar la historia para poder entender lo que pasó con nuestro territorio, fue desgranando algunas vivencias personales y análisis personales sobre lo ocurrido.
Así, evaluó que el conflicto de Malvinas comenzó mucho antes, en 1972, y que la guerra se produjo en pleno proceso de descolonización de las islas, por presión internacional.
Por ello se mostró convencido de que la toma por parte de Argentina fue improvisada, no se planificó, se cayó en una trampa de la OTAN para justificar la presencia británica en el lugar. Al final quedamos nosotros como invasores y ellos como agredidos, sentenció.
En ese sentido, se mostró muy interesado en que se sepa por qué se decidió el inicio de la campaña bélica. Como estudioso del asunto, varios responsables de la decisión de tomar militarmente las islas me prometieron en su momento que quedaría todo escrito para que, una vez muertos, se conozcan los motivos, reveló Crippa.
Malvinas siempre vale la pena
Oriundo de Sarmiento (provincia de Santa Fe), nací y me crié en el campo y nadie me obligó a entrar a las fuerzas armadas: en 1969 decidí ingresar a la escuela naval y luego a la de aviación naval, es decir, me preparé para defender a la Patria y desde el primer momento sabía que ponía mi vida en juego, aclaró Crippa a PRIMERA EDICIÓN.
Contó que cuando se largó la guerra yo estaba en la tercera escuadrilla aeronaval de ataque y tras mucho insistir, me admitieron en la primera, con base en Punta Indios. De ahí nos fuimos a Río Grande y de ahí cruzamos a Malvinas. Fue la única escuadrilla de reactores que operó desde Malvinas, pero por la sencilla razón de que no teníamos la capacidad de reabastecernos en vuelo, no nos alcanzaba el combustible para ir y volver. Es decir, que si llegábamos a las islas y no podíamos aterrizar por cualquier motivo, nuestra única opción era eyectarnos: íbamos recontra jugados, graficó.
En su escuadrilla éramos solo diez (cuatro pilotos y seis mecánicos) y trabajábamos en condiciones dramáticas: nos escondíamos en cuevas, se hacía todo a mano, sin luz eléctrica… Pero hicimos lo que nosotros nos habíamos comprometido a hacer, no hicimos nada extraordinario, remarcó.
Consultado si valió la pena todo ese esfuerzo, las vidas que se perdieron y los dramas humanos que se desataron después, Crippa respondió convencido que siempre. Malvinas siempre merece la pena porque nuestro país está incompleto.
Por ello la lucha por Malvinas debe continuar. No quiero decir que haya que intentar de nuevo una recuperación mediante el uso de la fuerza, pero sí presionar e impresionar de las distintas formas que se nos ocurra, manejándonos a través de políticas de Estado y no partidistas y oportunistas como venimos sufriendo en los últimos 60 años, sentenció.
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