Porque nunca es tarde para tener proyectos, reinventarse, volver a empezar, o como Carmen y Hugo continuar. María Del Carmen Barros, o Carmencita, es una mujer muy duce, ella es colaboradora, y siempre está dispuesta a participar de todo evento al que sea invitada, generalmente callada, hasta que habla y dice lo que tiene que decir.
Fue vicedirectora en un Colegio de Posadas, ahora jubilada pasa su tiempo haciendo las cosas que le gustan. Primero hizo un curso de cocina, gracias a eso pudimos deleitarnos muchas veces con un exquisito pan casero con semillas que hacía para compartir en el taller. También tomo clases de costura, aunque lo que más odia es coser. De todos modos en una oportunidad preparó mantitas, sabanitas, y pantaloncitos para llevar a neonatología del Hospital. Un día encontró un curso de carpintería que le pareció muy interesante así que también lo tomó.
Pero lo que más le gusta, es pintar. Así la conocí. Y aunque ahora viene muy poco al taller porque le duele, nunca se bien que, siempre está presente de alguna u otra forma.
Como en su taller, que antes era el quincho, se le estaban amontonando las pinturas, empezó a asistir a diferentes ferias y encuentros para vender sus cosas. Como buena emprendedora supo detectar sus oportunidades y diseñó productos pintados con utilidad, mas chicos y por lo tanto más económicos para asegurarse las ventas.
Hugo Pérez, siempre aparece en escena con un buen mate Misionero, amargo y bien caliente, con unas chipitas de almidón cuando estamos en expo. Jubilado de la Policía Federal, nunca imaginó encontrarse haciendo lo que hace ahora. Como vió que Carmen no pensaba dejar aquello, se unió al equipo. Así empezó a realizar trabajos en carpintería para ella. También diseñó su propia línea de productos, a partir de caños de pvc hace unas lámparas divinas. El emprendimiento ahora en conjunto se llama Los abuelos, pero al momento de vender Carmen agarra la batuta.
La vida de jubilados se divide entre los hijos ya grandes, los nietos, algún viajecito. El resto del tiempo pasa Carmen en el taller de arte, y Hugo en la carpintería, en el patio de su casa. Allí diseñan y discuten, toman el mate, charlan, se ríen, opinan sobre el trabajo del otro. Pasan cada día proyectando juntos, porque son eternos compañeros de vida y a medida que esta pasa, ellos se acomodan, avanzan juntos, porque así lo hicieron siempre todo, como si fueran uno.
Colabora
Claudia Olefnik.
Artista plástica.
Responsable
del Taller Monarcas.
En Facebook.
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