Permanecía oculto en un monte cercano. El miércoles pensó que ya no lo seguían y se acercó hasta el inmueble, donde fue apresado. Apenas horas le duro la fuga al hombre acusado de violar a sus tres hijas de 13, 15 y 16 años. Oculto en una zona de montes cercana a la vivienda donde desató el horror, finalmente fue apresado el miércoles de madrugada, cuando intentaba regresar a la casa, al parecer, en busca de alimentos.
El sospechoso de 49 años era buscado desde el último martes por la tarde, cuando una trabajadora social radicó una denuncia sobre lo que sucedía en la chacra de Paraje Lapacho, sobre el kilómetro 18 de la ruta provincial 13, a similar distancia de la zona urbana de El Soberbio.
Tal como PRIMERA EDICIÓN contó en su edición del miércoles al parecer la asistente realizaba un relevamiento en la zona rural cuando cayó en sus manos una verdad silenciada a fuerza de amenazas. Las pequeñas de 13, 15 y 16 años aseguraron ser víctimas de violación por parte de su propio padre, quien habría aprovechado la partida de casa de la madre de las víctimas para cometer los abusos.
Justamente, el alejamiento de la progenitora no fue una casualidad. Las adolescentes contaron que la mujer decidió marcharse cansada del maltrato al que era sometida a diario. Aquel adiós había sido hace años y, desde entonces, las tres habían quedado a merced del horror.
Una vez que tomó intervención en el asunto, el magistrado Gerardo Casco, titular del Juzgado de Instrucción 3 de San Vicente, ordenó una serie de medidas. La primera fue la de preservar la salud de las víctimas y trasladarlas hasta San Vicente para una revisión médica. Los profesionales del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial constataron entonces los abusos en los tres casos.
Aquello fundamentó el pedido de detención del padre. Efectivos de la comisaría y del Comando Radioelétrico de El Soberbio, junto a sus pares de la Unidad Regional VIII, arribaron hasta Paraje Lapacho en busca del acusado, pero no lo encontraron. No se sabe cómo, pero lo cierto es que había logrado escapar.
Se inició entonces una verdadera cacería que finalmente arrojó resultados positivos durante la madrugada del miércoles . Efectivos de la Policía provincial permanecían ocultos entre las malezas y de civil en cercanías a la vivienda del horror. En medio de la oscuridad, notaron la sigilosa llegada del prófugo, quien aparentemente intentaba regresar a casa para alimentarse y, quizás, recolectar los últimos elementos antes del adiós definitivo.
El acusado no lo sabía, pero estaba siendo observado. Y cuando se arrimó a la puerta, un puñado de policías se le vino encima. Ya no tenía cómo escapar. La fuga había terminado.
En su contra se instruye una causa por abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo. Las víctimas son sus propias hijas, a quienes debía cuidar pero -al contrario- les hizo vivir un verdadero calvario en primera persona.
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