La infraestructura es sinónimo de competitividad, desarrollo, impulso económico e integración regional. Para este propósito, a su vez, resulta indispensable contar con herramientas de financiamiento adecuadas para proveer de crédito al sector público y privado, para llevar adelante proyectos que aporten calidad de vida, equidad e inclusión social.
Para ello deben existir políticas coordinadas entre el sector público y el privado. Para elevar el nivel de bienestar de la sociedad, se deben crear las condiciones necesarias que hagan posible el desarrollo integral de todas las regiones y sectores del país, a fin de que todos puedan desarrollar su potencial productivo.
La inversión en infraestructura debe ser un tema estratégico y prioritario para el Estado porque, como ya hemos visto, representa el medio para generar desarrollo y crecimiento, reducir la pobreza, y es la pieza clave para incrementar la competitividad.
El 80% del financiamiento para infraestructura proviene del ahorro doméstico (público y privado) y es la principal fuente de financiamiento en moneda local.
Argentina hoy tiene un nivel de ahorro bajo y con poca profundidad: el total anual de los ahorros del país es poco menos del 2 por ciento del PBI y los depósitos financieros aún sienten los efectos del colapso de 2001 con un índice del 18 por ciento del PBI, muy lejos del 40 por ciento que promedia la región.
Por lo tanto, el Estado deberá poner el foco en potenciar el ahorro interno, generar reformas que permitan aumentar el espacio fiscal y asegurarse una administración eficiente de los fondos que destine a infraestructura.
Habrá sectores claves a los que se deberán dirigir estos fondos entre los que se destacan transporte y comunicaciones; el energético y el hídrico.
El sector de transporte y comunicaciones promueve el desarrollo regional equilibrado, promueve eficientizar la movilidad, reducir los costos de traslado y permitir que los bienes lleguen a su destino oportunamente. De esta manera, la política en materia de inversión en comunicaciones y transportes tiene como uno de sus objetivos promover una mayor vinculación e integración entre las distintas regiones del país y con los mercados internacionales.
La energía es el insumo principal para el funcionamiento de los distintos sectores de la economía. Es clave crear incentivos para asegurar la alineación de la matriz energética con los objetivos del Estado, considerando los recursos naturales con los que está dotado el país y la localización geográfica de los plantas, en función del grado de conexión de las regiones, así como la cobertura y eficiencia de la distribución del insumo.
Por últimos el sector hídrico tiene un gran impacto indirecto en el crecimiento de la economía al contribuir al desarrollo social. El acceso al agua, su potabilizacio?n y el saneamiento son requisitos básicos para el desarrollo econo?mico (fundamental para el turismo, energi?a y agricultura), la salud y el cuidado del medio ambiente. La creacio?n de infraestructura hidra?ulica disminuye la marginacio?n y potencia la democratizacio?n del agua. Permite aumentar la productividad en los sistemas agri?colas, evita la destruccio?n de ecosistemas (por inundaciones o sequías) y disminuye enfermedades.
Dado que la mayoría de estas obras requieren montos elevados y su utilidad puede aprovecharse por varios años, resulta, por lo tanto, fundamental y óptimo que un país como la Argentina elabore un plan de financiamiento integral que cuente con una mirada multisectorial apoyada por la búsqueda e implementación de estrategias novedosas de financiamiento y fondeo.
En este escenario, el desarrollo del mercado de capitales es la herramienta necesaria para achicar la brecha de infraestructura y mejorar la competitividad de nuestro país.
Por Marcos Wentzel
Partner- Manager Director Sector Público de Puente.
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