Durante el fin de semana fueron varias las ocasiones en las que la enorme cantidad de visitantes al Parque Nacional Iguazú (PNI) provocó enormes colas de automóviles, camionetas, colectivos que querían llegar al acceso al área Cataratas.
Desde los organismos de Turismo festejaron la presencia masiva de visitantes a Puerto Iguazú porque, sin dudas, es dinero que moviliza la economía del lado argentino de la frontera.
Sin embargo, unos pocos expresaron por las redes sociales la preocupación por el impacto que tuvieron las 8 mil a 13 mil personas promedio que ingresaron al PNI durante los primeros días del fin de semana largo por las Pascuas, aun cuando el mal tiempo predecía probables tormentas.
Se reactivó así la polémica por la capacidad del parque nacional y el impacto que generan estos miles de visitantes recorriendo los circuitos que presenta la majestuosidad de las Cataratas del Iguazú, declaradas patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO y maravilla natural del mundo.
Antes de las obras de la pasarela a Garganta del Diablo, la capacidad máxima que soportaba era de 5 mil a 8 mil personas. Después de algunas mejoras, se prometía triplicar la capacidad de carga.
Aun cuando ello ocurra, ¿cuánto daño le provocamos a la reserva nacional con semejante cantidad de personas recorriendo el lugar? Algo que seguramente ni el PNI se lo plantea, menos aun la empresa concesionaria, que ve crecer su facturación de manera importante.
Cabe recordar que una ínfima parte de ese dinero que dejan los miles de turistas a las Cataratas queda en Misiones. A pesar de que el Municipio iguazuense como la Provincia lo saben, no se modificó el reparto de los fondos hasta ahora.
Será sano para todos aprovechar el aluvión de turistas preservando el recurso. Si no se lo protege, ningún fondo millonario servirá para recuperar el patrimonio natural.
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