Juan P. García – Posadas (Misiones) Señora Directora: Ya han trascendido las fronteras de nuestra pequeña aldea por las extensas colas y el largo tiempo que debe perderse si se desea pasar el puente internacional San Roque González de Santa Cruz, Posadas – Encarnación (Paraguay). Pero las ventajas comerciales propias de la asimetría argentino-paraguaya son tales que muchos eligen asumir toda la paciencia posible y soportar esas interminables demoras necesarias para trasponer el control aduanero y migratorio.
Pese a los reclamos, las autoridades han hecho muy poco para corregirlas, tanto en materia del tráfico transfronterizo no dotando del personal necesario para reducir esa incalificable pérdida de tiempo, como para atemperar las asimetrías que redunden en beneficio de todos. Sobre todo en una época tan difícil para nuestro país por sus políticas económicas que castigan a la enorme mayoría de argentinos.
Entiendo que la respuesta no está en dificultar el paso, ya sea con trámites interminables con escaso personal o, como postulan algunos, con el cobro de un peaje que desaliente a aquellos que deseen hacer rendir un poco más sus magros ingresos yendo a comprar en la vecina orilla. La respuesta está en alcanzar un relativo equilibrio comercial entre ambas que incentive la actividad a uno y otro lado de la frontera –y no en un solo sentido como lo es hoy– mediante políticas correctivas que modifiquen el microcosmo regional (y, por qué no del país).
Para lo que es menester mirar un poco también la situación particular de cada región y no cerrarse en políticas macroeconómicas que excluyen a las grandes mayorías con la promesa de un futuro mejor y que siempre se pospone hasta el siguiente semestre. Más aún, cuando éstas nunca llegan (o se sienten) a la luz de algunas estadísticas optimistas que despiertan más sospechas que certezas.
Si bien mi referencia es aquí –que urge una solución para agilizar ese tránsito transfronterizo–, la situación con sus matices y volúmenes propios se repite en otras zonas limítrofes, hacia Chile, Brasil o Bolivia. A las correcciones económicas que atemperaren esa fuga, corresponden otras medidas en el ámbito de nuestra frontera.
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