Se postularon sin propuestas más que transformarse en portadores de la justicia y la rectitud. Prometieron eliminar las avivadas y las trampas a las que nos acostumbramos no hace mucho tiempo atrás. Se rasgan las vestiduras reclamando que los idolatren por haber dejado el sector privado para hacer patria en la función pública.
En teoría son lo mejor de la clase dirigencial, en la práctica son lo que son, empresarios dedicados a generar negocios para sí mismos.
Al fin y al cabo y a la vuelta de estos dos años y pico alguien debe decirlo: Cambiemos no es otra cosa, es más de lo mismo, aunque con mejor prensa.
Como viene sucediendo desde hace algunos meses, desde que los alfiles y algunas de sus iniciativas comenzaron a quedar en evidencia para quien quiera verlo (Arribas, Triaca, Correo Argentino, etc) el Gobierno volvió a reflejar lo peor de la política.
Ahora fue el ministro Nicolás Caputo el responsable de darle un nuevo giro al repertorio de obscenidades.
Convocado a dar explicaciones, el funcionario constantemente defendido por la primera línea macrista, intentó hacernos creer que el circuito de negocios offshore no tiene nada de malo.
Y fue más allá al quebrar la reunión apelando a una artimaña, tan grave como infantil, enviando una notita a una legisladora opositora. Como si ello fuera menos doloso que lo que hacía el kirchnerismo, cuando imponía su mayoría sepultando las chances de enriquecer la democracia con debate.
Y si, ingenuidad mediante, alguien puede creer que lo de la notita fue una inocentada, entonces habrá que sopesar la idoneidad y la calidad profesional de quienes tienen la responsabilidad de llevar a los argentinos a un mejor presente.
Claramente no gobiernan para todos tal y como se promocionan, lo hacen en todo caso para un sector muy cercano a sus intereses.
Y encima nos reclaman que les aceptemos todo, lo bueno y lo malo, porque dejaron de hacer negocio en el sector privado para traernos bienestar. Los argentinos somos grandes, no nos tomen más por tontos.
Discussion about this post