Alejandrino Rojas Schmid – Posadas (Misiones) Señora Directora: Con algo de ironía y curiosidad, días atrás leía una publicación en un medio virtual que hacía referencia a un grupo de científicos que sostenían que la Tierra era plana y que los planetas giraban alrededor de ella. Claro que desde una visión más moderna que la que se entendió como verdad absoluta hasta los siglos XVI o XVII y llevó a la muerte por herejes a quienes difundían lo contrario.
Pero no viene al caso el respaldar o refutar esas afirmaciones, sino el hecho de que periódicamente aparecen revisionismos como ese que conquistan muchas mentes. Recuerdo, por ejemplo, que a fines del siglo XIX y principios del XX hubo quienes sostenían y lo publicaron que la Tierra era hueca y dentro de ella existía otra civilización tecnológicamente más avanzada que la nuestra. Una teoría que fue inspiración para diversos libros, el más conocido, tal vez, Viaje al centro de la tierra, de Julio Verne, que contaban experiencias de ese mundo oculto.
A varios de estos casos, algunos demostrados matemáticamente, el tiempo les daría la razón. Como, por ejemplo, los filósofos presocráticos antes de la era actual sostenían teorizaban sobre el átomo.?O, anterior a esa época, el mito de Dédalo e Ícaro que imaginó al hombre volando por los cielos. Así también aquellos como Galileo Galilei (siglo XVI), obligados a perjurar de sus trabajos, que decían que la Tierra era parte de un sistema planetario que tenía al Sol como su centro; o como William Harvey (siglo XVII) que, en contra de la creencia general, sostenían que la sangre circulaba por arterias y venas, y era bombeada por el corazón (hasta entonces solo el centro de los sentimientos humanos).
En todos estos casos, el avance de la civilización y el tiempo les ha dado la razón (o se la negó), por lo que no es difícil imaginar que en un mañana, temprano o lejano, muchas de nuestras creencias científicas actuales serán descartadas por obsoletas. De hecho, en algunos campos como la Medicina, la Física o la Informáticas esa realidad ya es patente en pocas décadas. Muchas cosas que imaginábamos –si nos animábamos u otros lo hacían por nosotros–, en las que parecía imposible sobrepasar las leyes naturales conocidas, ya son hoy presentes y están al alcance de nuestras manos.
Pero también hubo fracasos y absurdos, por lo menos en el ahora, de los cuales no se guarda mucha memoria. Sobre ellos, los exitosos y los fracasados, algunos esotéricos dirían que son solo recuerdos de un muy lejano pasado y otros como Bertrand Russell que todo lo que imagine el hombre está su alcance, solo falta develarlo, sacarlo a la luz.
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