En el mundo actual todo cambia vertiginosamente con un ritmo tan acelerado, que a veces nos cuesta seguirlo. Los conocimientos y las habilidades adquiridos precisan ser actualizados de manera permanente, si no queremos quedarnos afuera.
Pero para ser capaces de adelantarnos a los cambios, necesitamos renovar nuestro sistema de pensamientos y creencias con el que hemos funcionado desde pequeños. Así, por ejemplo, mientras una persona dice que algo no se puede hacer, otra
¡ya lo está haciendo! La diferencia radica en la forma de pensar. Todo es posible, cuando nos atrevemos a soñar en grande y a accionar para alcanzarlo.
Hoy en día, sobre todo en el campo de la tecnología, lo que es nuevo, en poco tiempo, deja de serlo. Y en un futuro cercano incluso puede desaparecer. Esto es así porque vivimos en una sociedad sujeta a los cambios y a producir cada vez más, con el menor costo posible. Muchos enfrentan esta realidad con tensión permanente que los conduce al estrés.
¿Cómo te llevás con el cambio?
¿Le tenés miedo? ¿O te agrada y te motiva? Nunca deberíamos enfrentar los cambios con temor sino todo lo contrario. Si nos paramos ante ellos, independientemente de la edad que tengamos, con apertura mental y entusiasmo, podremos usarlos para liberar nuestro potencial (las capacidades innatas aún no descubiertas) y fluir con el cambio.
Estas son tres cualidades positivas del cambio a tener en cuenta:
1. El cambio nos desafía a obtener nuevos resultados.
2. El cambio, si no nos resistimos, saca lo mejor de cada persona y colabora a que alcance la mejor versión de sí misma.
3. El cambio rompe estructuras. Tanto a nivel personal como grupal. Por ejemplo, en el pasado se creía que un alumno aplicado y bien preparado tenía su futuro asegurado. El título universitario lo era todo. Actualmente vemos que esto no es tan así. Aunque siempre es bueno prepararse, lo que nos asegura alcanzar el éxito no es solamente el conocimiento; también es fundamental contar con la capacidad de adaptación a los cambios que vienen para desafiarnos.
La intensidad y la velocidad con las que tienen lugar los cambios, en todos los ámbitos, es asombrosa. Basta con observar nuestra computadora. ¿Qué software estábamos utilizando hace un año? ¿A qué velocidad de Internet estábamos conectados entonces? Seguramente no eran los mismos que hoy.
Por eso, para poder enfrentar los cambios sin morir en el intento y sin estresarnos, debemos incorporar a nuestra vida la mejora continua. De esa forma, uno logra adelantarse al cambio y no tener que cambiar obligadamente cuando ya está sumergido en este y no queda más remedio.
Tal vez solés modernizarte y actualizarte a menudo pero debes saber que, para no quedar rezagado, lo primordial es abrir tu mente a lo nuevo, desechar creencias que ya no sirven y adoptar ideas innovadoras y efectivas.
¡Animate al cambio y enfrentalo con alegría!
Colabora
Bernardo Stamateas
Doctor en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.
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