Solo unos 39 kilómetros separan a este paraje de Concepción de la Sierra, otro tanto hay hacia Apóstoles y unos 25 hasta Cerro Azul, sin embargo poco se sabe de su historia y el trabajo que aquí se lleva a cabo.Lamentablemente, en pleno siglo XXI, la distancia continúa significando desigualdad de oportunidades, principalmente en las poblaciones más vulnerables y en temas tan preciados como la educación, y no por falta de señal de Internet, sino por la carencia en el mantenimiento de una de las vías de comunicación más antiguas con que cuenta la humanidad, los caminos, que a pesar de no significar enormes distancias, aislaron a este paraje de los beneficios de la ciudad.
Unos 39 kilómetros separan a San Juan de la Sierra de Concepción de la Sierra, otro tanto hay hacia Apóstoles y alrededor de 25 hasta Cerro Azul, centros urbanos que permiten a los lugareños abastecerse y desde donde deben atenderse los derechos más básicos, recorridos que podrían sortearse en pocos minutos pero que demandan mucho más una hora y no con cualquier vehículo.
Mario Araujo pasó su vida, igual que sus padres, en este pedacito de suelo misionero, privilegiado por el encuentro de la selva paranaense con la zona de campos, vestidos de caña de azúcar, principal cultivo de la región, que desde la década del 90 se procesa mediante una suerte de cooperativa para luego comercializar.
Durante estos años fue surgiendo mucha gente que produce, no tenemos problemas con respecto a la demanda, hoy la producción está afectada por falta de materia prima, porque la helada hizo estragos el año pasado y se está remontando muy de a poquito, confió Araujo.
E hizo hincapié en que el mayor problema que atraviesan es que estamos bastante aislados, antes de la Escuela 340 el municipio de Cerro Azul arregló unos pozos que eran imposibles de transitar, estamos con mucha falta de mejoramiento de la ruta 3, tenemos el camino a Cerro Azul, donde los puentes se están reconstruyendo, pero la inestabilidad del clima no ayuda y ya van a hacer cuatro años que el servicio de colectivo se interrumpió, a pesar de las más de setenta familias que vivimos aquí.
Necesidades básicas
Además de la Escuela 340, en San Juan de la Sierra hay un Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS), que depende de Concepción de la Sierra, con el que tenemos la gran suerte de que a pesar del estado de los caminos está muy bien controlado, hay una enfermera permanente en el puesto, que atiende todos los días, y los doctores vienen con regularidad, en eso gracias a Dios estamos bien, describió Araujo.
Y reconoció que el personal policial más cercano está en Santa María, que acude cuando se lo requiere, pero por suerte no tenemos problemas. Asimismo, hay algunos almacenes cercanos que se abastecen del pueblo y tienen víveres para la colonia, que la producción para consumo propio de batata, mandioca, maíz, etc, así como también la cría de algunos animales, complementa.
Producción con sabor a trabajo
Toda la familia colabora en la producción orgánica y artesanal de azúcar, cuya mayor ocupación de demanda se da a partir de abril, ya que la caña toma punto cuando los días se tornan más frescos.
Araujo explicó que, cuando la caña adquiere la dulzura esperada, cortamos una tachada, más o menos diez feches, para nuestro tipo de mazo son cincuenta o sesenta varas, con diez feches se puede dar una tachada de unos 180 litros de jugo, que se hierve en un tacho grande, más o menos una hora, se despuma, se limpia, se cuela bien y forma una calda fina que, en la medida que el fuego va dando calor y se va trabajando va quedando espesa, hasta que llega un punto que el productor ya conoce en el que hay que retirarlo del calor; se pasa a un tacho más pequeño y con unos rodos se comienza a mover para que no se queme hasta obtener unos turrones grandes que se llevan a una zaranda que permitirá obtener azúcar granulada.
Todo este proceso demanda alrededor de tres horas de trabajo absolutamente manual y, con una tachada, unos 180 litros de jugo de caña de buen dulzor, se obtendrán entre 28 y 30 kilogramos de azúcar orgánico.
Es una plantación anual, pero una caña de buen punto tiene que estar en el año y medio, sostuvo Araujo y recalcó que no utilizamos herbicida, se limpia a machete, mantenemos esa cultura, se trabaja en familia, todos están juntos y colaboran en la tarea.
Un poquito de historia
San Juan de la Sierra siempre fue un lugar tranquilo, muy pasivo, muy difícil en cuanto a que está alejado, no es una colonia propensa a prosperar y muy adoradora de Dios, apuntó el vecino.
Por relato de mis padres, sé que en la zona vivían familias dispersas, que compraron sus lotes y hoy hay muchos más habitantes porque los fueron fraccionando, los hijos quedaron, vinieron los nietos y así se fue formando, nunca vino gente de afuera, añadió.
Vocación
Sesenta niños asisten a la Escuela 340, donde también dice presente un grupo de maestros que asume a diario la difícil tarea de viajar desde Apóstoles para desempeñarse bajo la dirección de Nelson Barreto.
Estamos desde 2013, cuando prácticamente se renovó el plantel docente, dijo Barreto a Ko ape y entendió que el mayor desafío que enfrentan es la transitabilidad de los caminos, afectados no solo por las condiciones climáticas, sino también por el tránsito de vehículos de gran porte que trasladan madera nativa, que en muchas oportunidades no cuenta con las autorizaciones de Ecología para la tala, situación que llevó a los pobladores a presentar ya muchísimas notas a los organismos pertinentes.
Claro que cuando llueve es otro problema, no hay contemplación, tenemos que ir, en tractor, a caballo o caminando, porque los chicos esperan, sostuvo el director y detalló que trabajamos con grados acoplados, a la antigua, ya mandé notas a todo el mundo pidiendo docentes, para que tengamos igualdad de oportunidades con la gente de la zona urbana, pero aún no hay respuestas; tenemos nivel inicial, con una matrícula de veinte chicos, con una maestra; después, primero, segundo, tercero y cuarto grado con otra docente; y quinto, sexto y séptimo, con otra.
Como director, Barreto debe gestionar útiles y donaciones de ropa, porque son niños muy carenciados, pero el mayor desafío se presenta porque sabemos que llega una época del año en que la gente debe salir y dedicarse a otra cosa que no sea la caña de azúcar, por eso disminuye la matrícula durante de dos o tres meses, hasta que vuelven a sus raíces, subrayó y entendió que son muchos los factores en contra con los que tenemos que remar como si estuviéramos solos en el mundo, el sistema no es igualitario, hablamos de igualdad de oportunidades pero en nuestra zona no se da, aunque nosotros vamos con la mejor predisposición, porque los chicos no tienen la culpa.
Además, el joven director desafía a la economía sirviendo el almuerzo a los niños (cambió la copa de leche por un plato de comida) con los 3 mil pesos que recibe por mes. Todos los docentes estamos más que comprometidos, ponemos de nuestros bolsillos, no podemos mirar para otro lado, es nuestra realidad, acá hay vocación y amor a los chicos, finalizó.
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