Mariel Alvez recibe, en su hogar, a un centenar de niños que llegan en busca de una taza de leche.SAN JOSÉ. Nos cuesta creer lo que no estamos dispuestos a hacer reza el cartel con que Mariel Alvez recibe, de lunes a viernes, en su hogar a un centenar de chicos que llegan deseosos de un espacio donde sentirse niños, donde dibujar, donde jugar y, por supuesto, donde los espera una exquisita taza de leche con una rebanada de pan.
Con ojos llenos de luz, Mariel explicó que tenemos cien chicos registrados, no vienen siempre todos y añadió que este es un trabajo voluntario, no se me paga un sueldo, la ONG Corazones Abiertos de Amalia me manda la mercadería desde Buenos Aires, cuando tenemos camiones, porque se me pide que consiga el medio de transporte; al principio nos llegaban encomiendas, que pagábamos acá, pero se hizo cada vez más caro, se volvió muy difícil; la última carga que vino de libros, que repartimos por todo el pueblo, nos salió 3 mil pesos, una suma muy difícil de afrontar para nosotros.
El año pasado un ángel de Dios, un camionero, se enteró de nuestra historia, por una carta que escribí a la presidente de la ONG agradeciendo, como me había enseñado, se conectó conmigo y consiguió un camión completo, 18 metros para cargar, este año nos apadrinó Radio Metro, también por iniciativa de este hombre, que habló con Andy Kusnetzoff y logró que un destino, si Dios quiere, sea este, mencionó Mariel, quien lleva ya cuatro años con esta incansable pero agotadora tarea de gestionar y preparar la merienda para sus pequeños.
Empezamos con esto muy precario, era barro, tierra, muy chiquito, es todo muy a pulmón, hace un tiempo conseguimos una donación de un monto de dinero para el pan, la leche viene de Buenos Aires, pero no es fácil, hay temporadas en que tenemos sesenta chicos todos los días y otras que vienen entre treinta y cuarenta, sostuvo.
Asimismo, remarcó que la ONG que los respalda trabaja mucho con los bancos de alimentos, que acá lamentablemente no hay, el más cercano está en Goya, Corrientes, y obviamente por falta de medios de transporte no podemos acceder, donde por sumas inferiores podríamos comprar víveres por toneladas, pues se trata de mercadería confiscada, esa sería una bendición enorme.
Y sí, cada día se vive como un reto, sin embargo, lejos de renunciar, Mariel busca estrategias para salir adelante, porque los chicos me motivan, me llena el alma verlos, mi meta es llegar a sus pancitas, lo demás no me importa, sabemos de muchas cosas que pasan, pero de acá se van satisfechos, apuntó y se mostró preocupada por los adolescentes, que tienen vergüenza de venir y eso me parte el alma.
Es inexplicable la gratitud que tienen los chicos cuando les servís una taza de leche, el día que me falte eso no sé qué hago, creo que nací para esto, finalizó Mariel.
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