Las personas narcisistas son conocidas por el tipo de relación que establecen con su propia imagen. Consideran que la estética que transmiten, esa parte superficial de sí mismos, es algo que merece todos los cuidados posibles para que encaje bien con una idea de perfección que crean a su medida.
Por eso es frecuente comprobar que los narcisistas tratan de ser el centro de atención mediante las excusas más simples, e intentan crear una mitología de sí mismos que pueda transmitirse a través de sus círculos sociales.
Pero hay algo más que caracteriza al narcisista: intenta que las demás personas se sientan mal con ellas mismas y tengan dudas acerca de su potencial.
El narcisismo y las relaciones dañinas
La tendencia de las personas narcisistas a minusvalorar a los demás de forma sutil o explícita está fuertemente relacionada con su forma de ser y con su egocentrismo; no es una casualidad que ambas características se den a la vez.
Pero… ¿qué es exactamente lo que hace que este tipo de personas se lance de lleno a reforzar esta clase de relaciones tóxicas? Estas son las principales claves que lo explican.
1. La disonancia cognitiva
Si algo caracteriza a las personas narcisistas es que no solo creen que valen más que el resto, sino que se esfuerzan por hacer que esta creencia se vea respaldada por los hechos.
Eso significa que, si intuye que un acontecimiento puede ser interpretado como algo que pone en duda la superioridad de uno mismo frente a los demás, el narcisista creará una nueva interpretación de lo que ha ocurrido, una que le permita seguir confiando en la validez de sus creencias acerca de la propia perfección.
Este fenómeno por el cual el choque entre dos ideas incompatibles entre sí produce malestar e incertidumbre se llama disonancia cognitiva, y normalmente tendemos a solucionar esta clase de problemas del modo más chapucero imaginable, seamos narcisistas o no. En el caso de estos últimos, resolverán esta tensión entre ideas actuando como si, directamente, esa prueba del valor del otro no se hubiera producido.
Por ejemplo, si alguien ha sacado mejor nota que uno mismo en un examen, el narcisista puede atribuir este hecho a la suerte de los principiantes (no, no tiene por qué esforzarse mucho en construir una interpretación alternativa a la evidente). Además, no solo creerá en esta nueva verdad, sino que en muchas ocasiones la transmitirá a los demás. El objetivo de esto es hacer que esta interpretación gane fuerza y sea interiorizada por su círculo social.
De algún modo, un narcisista hará que la realidad encaje a la fuerza con unas creencias personales que utiliza para estructurar su propia identidad. Y si eso pasa por humillar a otros o por minimizar los méritos de otros, lo hará.
2. La frustración ante la falta de un trato especial
Los narcisistas creen que necesitan un trato especial y cuando comprueban que no les ofrecen el trato exclusivo que en teoría merecen, es muy fácil que culpen al prójimo en vez de revisar sus creencias acerca de su autoconcepto.
En concreto, tratar a los demás como si no fuesen dignos de su compañía ante la evidencia de que no reconocen la genialidad de uno mismo es una salida recurrente de esta clase de personas.
3. La falta de empatía
Ser narcisista implica tener unos niveles de empatía significativamente por debajo de lo que sería esperable en un ciudadano medio. Esto significa que, más allá de las motivaciones que puedan llevar a humillar y a minusvalorar a los otros, cuando esto ocurre el narcisista no tiene motivos para darse cuenta de que ha cometido un error.
El simple hecho de ver cómo lo que se hace y se dice hiere a los demás no es motivo suficiente para corregir ciertos comportamientos. Es decir que no existirá un mecanismo de compensación en los momentos en los que se hiera a otros: los remordimientos tenderán a no aparecer o a ser muy débiles, lo que permite seguir tratando de influir de forma negativa en los demás.
4. Minusvalorar al otro es útil
Siempre existirá una parte de la población dispuesta a creerse las críticas y comentarios de desprecio que salen de la boca de un narcisista. Estas personas sugestionables actuarán como si realmente no valiesen demasiado, y alimentarán las ideas de grandiosidad de los narcisistas. De algún modo, sin darse cuenta, se dejarán vampirizar emocionalmente a cambio de la posibilidad de estar cerca o poder aprender del narcisista. En realidad, creer que uno vale poco y que otro tiene las claves sobre lo que es la verdadera empatía es algo que permite que exista un imán social en algunos contextos y con ciertas personas. De hecho, hay algunos estudios que incluso muestran que las personas narcisistas resultan más atractivas.
Publicado por Arturo Torres
Psicólogo. Licenciado en Sociología
por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Graduado en Psicología por la Universitat
de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.
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