La Gruta India, en Garuhapé, en un marco de incomparable belleza natural, encierra un interesante pasado arqueológico.En poco más de cinco hectáreas, la Gruta India, espacio emblemático de Garuhapé, encierra una invalorable belleza paisajística, además de un rico pasado arqueológico, que la convierten en un espacio único, capaz de atrapar a los amantes de la naturaleza, de la historia, de la paz, de Misiones.
El salto 3 de Mayo, formado por dos cascadas por las que el agua se deja caer desde unos cinco metros surca el pedregal hasta la pileta natural. Al margen derecho, se encuentra la cueva, de grandes dimensiones y cargada de misterios.
Es que ya en la década del 60 se extrajeron las primeras muestras, identificadas como restos óseos de Tapirus Terrestres, de los que estudios más recientes determinaron que datan de 3646 3982 Antes del Presente, lo que los convirtió en los restos humanos más antiguos de la región.
Los distintos análisis precisaron también que estos habitantes eran portadores de un bagaje asociado a actividades típicas de los nómadas, como la caza, pesca y la recolección. Además, su supo que el espacio se ocupó primero del lado izquierdo, donde se hallaron distintos materiales, y en un segundo momento creció el grupo humano o se vio fortalecido y se expandió para seguir trabajando la piedra y el hueso, perfeccionando sus técnicas, para entrar en contacto en su última fase con grupos ceramistas.
Llegar a la Gruta India es sencillo, se puede acceder por ruta nacional 12 hasta el kilómetro 1.487 y desde allí hay que recorrer 6 mil metros de camino terrado, en buenas condiciones y con la cartelería necesaria como para no perderse, aunque es bueno recordar que cuenta la leyenda que una vez que un hombre se interna en la selva misionera, nunca más volverá a ser igual, pues en ese paraíso terrenal sus sentidos se intensifican y la comunión que experimenta con la naturaleza que lo envuelve le dejará una marca imborrable en cada fibra de su cuerpo.
Además, el lugar está diseñado para aquellas personas que gustan acampar, disfrutando de su belleza y pileta natural, pero para quienes hoy desean descansar más cómodos, cuenta con cabañas equipadas para sentirse como en casa.
Aunque esta no es la única opción para un día al aire libre en este municipio, el de mayor superficie del Departamento Libertador General San Martín, tierra de balnearios sobre el arroyo Garuhapé y Blanco, y la mítica Cueva del Yaguareté, que se suman a esta propuesta turística de gran encanto.
Un pueblo forjado por el trabajo
Si bien no se puede precisar con exactitud la fecha de iniciación de actividades en Garuhapé, estas se remontan allá por el año 1940. Sus primeros pobladores lo constituyen obreros que explotaban la selva nativa del lugar y cuya administración estaba situada a la orilla del arroyo. Por ese entonces, el pueblo constituía uno de los puntos alejados de la zona de influencia de Puerto Rico. Estos obreros, además de su trabajo específico, comenzaron a cultivar las tierras para su sustento.
Es durante 1946 cuando se produce un hecho que da a Garuhapé sus características actuales, la compra de 110 mil hectáreas de tierras por parte de la compañía Arriazu, Moure & Garrasino. Inmediatamente, con la venta de las primeras tierras fraccionadas en lotes, comenzó la colonización.
Si bien existía un aserradero en la zona de Garuhapé-Mí (futuro centro de actividades), esta empresa aserraba maderas en la zona de Cerro Moreno. Los productos elaborados se embarcaban a través del puerto de 3 de Mayo y la madera bruta por el puerto de Garuhapé con destino a Buenos Aires hasta el año 1956 aproximadamente. Entre 1946 y 1950, debido al crecimiento de esta empresa se fueron construyendo viviendas para personal administrativo y del taller, formándose el pueblo.
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