Rubén I. Cabral – Posadas (Misiones) Señora Directora: A veces me sorprende la ingenuidad de ciertas personas que responsabilizan todos los males del país y la falta de inversiones en la protesta social y las pretensiones de mantener sus derechos ciudadanos y laborales de amplios sectores de la sociedad argentina. Y cargan insistentemente contra ella o, en una actitud xenófoba y racista, también cuestionan a quienes llegan a nuestro país en busca de mejores horizontes y pasan a integrar sectores marginales cuasi delictivos o, si prosperan, ocupan los espacios que corresponden a los argentinos, desplazándolos.
Miran solo hacia uno de los extremos de una realidad que tiene otros matices, quizás, más definitorios que salarios y derechos laborales y sociales. Expulsores de por sí de quienes desean llegar al país a invertir de manera productiva y no como meros especuladores de lo que los economistas críticos llaman la timba financiera, que se roba el ahorro y el esfuerzo argentinos.
No se fijan, por ejemplo, en el doble discurso oficial de llamar a inversiones y proponer condiciones beneficiosas para éstas, a veces rayanas con la peor de las dependencias, mientras los propios gobernantes o las figuras más destacadas de gobierno- mantienen sus fondos en empresas off shores. Descarados y sin ruborizarse, afirman como recientemente hizo el ministro de Energía que no repatrían el dinero porque todavía no confían en el país.
Una contradicción que se agudiza cuando al ciudadano común se les exige el cumplimiento de sus obligaciones fiscales, pero esos mismos funcionarios son evasores crónicos que mantienen sus dólares en paraísos fiscales, a la vez que justifican como natural que así se proceda al minimizar la real significación de las off shores en cuanto a la evasión y el lavado de dinero, aunque éstas no sean ilegales.
Para reafirmar esa actitud hipócrita, el enemigo pasa a ser el trabajador que reclama empleo y mejoras salariales o el supermercadista chino que, denuncia el gobierno y la buena parte de las veces con razón-, no paga sus impuestos, o la pesada herencia y la corrupción (de la que también fueron y siguen siendo cómplices) de la que cada vez la gente descree más.
Como tampoco dicen algo de las multinacionales o varios de sus propietarios que usurpan tierras, y desplazan a palo y bala a quienes son sus ocupantes legítimos y originarios.
¿Qué país pretendemos los argentinos?
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