El cambio comienza cuando podemos aceptar humildemente todo tal cual es. Ese es el momento preciso en el cual nos salimos de la cadena de acciones en las cuales juzgamos y tomamos parte y preferencia por solo una parte del todo.
Dejar de juzgar y aceptar todo tal cual es, poder hacer un alto y permitirse ver tan solo por un instante, sin juzgar, sin miedo, sin interferir
respiro, veo, acepto. Solo la observación del momento presente.
Situarse en el momento presente es poder ver y darnos la posibilidad de participar de nuestro cambio. Cambiar conscientemente.
Ver cómo nos vamos transformando y al mismo tiempo percibir que no estamos solos, que el otro también está viviendo, que el otro es igual a mí y también está dentro de su propio proceso, dentro de su propio cambio, con su propio ritmo en otra instancia. Si lo puedo ver en mí… lo veo en vos también.
Si no lo puedo ver en mí, la vida me lo trae a través de los otros. Solo para que pueda ser visto, no para juzgarlo o criticar
solo para generar conciencia, para iluminar las acciones. Esto es un juego de espejos para poder evolucionar.
Cuán grande es la sanación cuando me reconozco igual a vos no solo en la luz, también en la sombra. Cuán grande es la sanación cuando puedo reconocer en mí la energía de odio, la energía de ¡ira! Y así al reconocerla en mí y poder sentir compasión por mí misma y poder sentir amor y paciencia para conmigo, lo puedo sentir por el otro, por vos, por él. Todos somos iguales y si nos ayudamos, no repetimos, no excluimos y nos sentimos mejores.
Así lo seguimos repitiendo solo para poder cortar la cadena que nos ata en el miedo y el dolor. Cortar la cadena solamente se hace a través de la humildad de saberme igual. Reconocerme igual tanto en la luz como en la sombra es recuperar la humanidad, es dejar la soberbia y abrir nuevamente el corazón al amor.
Solo con la fuerza iluminadora y transformadora del amor, ¡solo con su ayuda podemos cambiar!
Solo con la humildad podemos abrirnos a la vibración del amor porque es tan alta, tan alta que si no la honramos jamás podrá entrar en nosotros. Somos nosotros los que humildemente nos podemos inclinar ante la fuerza más grande del universo.
El amor es una fuerza de cohesión, es lo que mantiene todo unido y en perfecto equilibrio.
Somos nosotros los que nos apartamos.
Somos nosotros los que volvemos.
Colabora
Patricia Couceiro
Consteladora
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