Vivimos en un mundo que cambia constantemente. El ámbito laboral no escapa a estos cambios y es, entre otros, en los roles gerenciales en que se pone cada vez más énfasis en las competencias conversacionales que ganan terreno al tradicional mando y control.
Las acciones conversacionales son fundamentales como materia prima para generar mejores procesos de trabajo y mejores resultados, ya que tienen que ver con las relaciones.
Sin embargo, cuando referimos a este tipo de competencias seguramente la mayoría se ha limitado a pensar en cómo habla, cuando en realidad lo que decimos constituye solo una parte menor del amplio espectro que integra lenguaje, emocionalidad y cuerpo.
Plantea Echeverría que la empresa clásica inventada en la época industrial por Taylor está en proceso de desaparecer, sobre todo al decaer el estilo de liderazgo de mando y control, tan propicio para la organización basada en trabajo manual, pero tan lejana para la organización basada en conocimiento.
El estilo mando y control consistía en ordenarle al trabajador exactamente lo que tenía que hacer y controlar su estricto cumplimiento. Este estilo pone techo al rendimiento del trabajador y se basa en una emocionalidad característica: miedo, miedo a las consecuencias de no cumplir.
Las exigencias actuales requieren una nueva adaptación de la empresa: necesidad de rapidez en la toma de decisiones, nuevas tecnologías de información y comunicación, globalización, aumento de competitividad, aceleración de procesos de cambio. En este entorno la empresa tradicional, lenta, burocrática, jerárquica, estable y, sobre todo pensada en trabajo manual, no tiene como sobrevivir. Al gerente que sigue trabajando bajo un modelo de mando y control también le queda poca vida, no porque ese estilo en ocasiones no funcione sino porque está desacoplado del mundo actual.
La empresa emergente se caracteriza por una nueva búsqueda de productividad, productividad del conocimiento la que ya no se basa en la capacidad física, sino en el poder transformador de la palabra.
Los desafío a mirar su trabajo -y por qué no la vida- de un modo conversacional. ¿Con quién coordinan acciones?, ¿con quién conversan reiteradamente?, ¿con quién tienen conversaciones valiosas y profundas?, ¿con quién necesita conversar y no lo hace? Ahí está la clave de la productividad y del trabajo gerencial. A través de las conversaciones construimos realidades, es el camino de la transformación.
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